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Crisis económica y lucha de clase

by PCInt.
Al momento en que escribimos este artículo, ya no quedan dudas sobre la realidad de la recesión que sacude a la principal potencia capitalista mundial, los Estados Unidos. Los mismos altos responsables norteamericanos, todos llegan a la misma conclusión, salvo la familia Bush. El director de la Reserva Federal (el banco central americano) también ha terminado por admitir que el crecimiento económico USA iba a entrar en un período de merma, sin excluir una contracción. Al momento en que escribimos este artículo, ya no quedan dudas sobre la realidad de la recesión que sacude a la principal potencia capitalista mundial, los Estados Unidos. Los mismos altos responsables norteamericanos, todos llegan a la misma conclusión, salvo la familia Bush. El director de la Reserva Federal (el banco central americano) también ha terminado por admitir que el crecimiento económico USA iba a entrar en un período de merma, sin excluir una contracción.
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En septiembre del año pasado, la mayor parte de los expertos económicos oficiales creían todavía que pese a los problemas financieros ligados a la especulación inmobiliaria, era poco probable una recesión en Estados Unidos, por consecuencia, en el resto del mundo: “¡Los fundamentos son buenos, la economía está sana! Se desbordan los pedidos de compras”, afirmaban al unísono. Al respecto, Marx hace 150 años notaba que esto se decía siempre la noche antes de estallar la crisis...

Hoy estos expertos y autoridades aceptan que la recesión ha comenzado; es difícil negar esta evidencia, sobre todo cuando en los Estados Unidos las estadísticas indican que, desde comienzos del año, los puestos de trabajo comienzan a desaparecer por decenas de miles; más de 75 mil empleos fueron suprimidos en enero y febrero, y 80 mil en marzo.

A pesar de todo eso, estiman que la recesión tendrá poco alcance y será de corta duración. Para afirmarlo se basan en que los créditos inyectados en la economía por parte de la Reserva Federal darán sus primeros buenos frutos dentro de muy pocos meses. También cuentan con la buena actividad de exportación americana (gracias a la baja del dólar frente a las monedas de Europa, Japón y China), lo que ha servido para mantener en marcha el resto de la economía.

Estos mismos expertos y voceros de la economía capitalista añaden a este hecho la tesis del “desacoplamiento”, es decir que en razón del desarrollo interno de aquellos países, situados en los grandes territorios económicos de Europa y Asia, los cuales se han vuelto menos dependientes del mercado americano, esta recesión no arrastrará a los demás países; además del hecho de que el crecimiento internacional – en “compensación” – hará que los Estados Unidos reanude su economía y salga de la recesión.

Esta tesis que cumple el rol de explicación trivial en las publicaciones del FMI, la OCDE y otras instituciones análogas, ha sido tomada en serio por los responsables políticos económicos, que ponen todo esmero en mantener la “confianza” de los consumidores y de los “actores económicos”, factor sutil e imponderable sin el cual al parecer todo se hundiría (en realidad la “confianza” de los consumidores depende estríctamente de la hoja de pago en el caso de los proletarios, y de los beneficios en el caso de los burgueses).

Esta tesis se apoya en una realidad: el desfaseexistente en cada economía capitalista (el crecimiento de la economía de los grandes países europeos continúa todavía mientras que la recesión golpea al otro lado del Atlántico); y en un deseo: el de hallar una locomotora que permita el arranque de la gigantesca máquina usense que se encuentra atascada. Nada nuevo bajo el sol capitalista; en las recesiones de décadas anteriores, el hallazgo de esta locomotora ha sido el argumento recurrente de los capitalistas yankys, obteniendo resultados menos que mediocres.

Y si bien es cierto que la economía USA ha perdido mucho de su aplastante predominio sobre los demás países (su actual debilitamiento económico, relativo pero muy real, minará inexeroblemente las bases de su dominación política), no obstante debemos admitir que la misma permanece como la primera economía y a mucha distancia delante de las otras; no hay otra capaz hoy en día de remplazarla en caso de necesidad.

Lo más importante a observar es que en estos últimos 10-15 años, ha habido un rápido desarrollo de nexos económicos y flujos financieros tejidos y extendidos a todos los países del planeta.

Esta “mundialización” tan celebrada por los burgueses y señalada por ellos como un elemento importante del crecimiento económico (y tienen razón) es lo que hace que ninguna economía pueda funcionar independientemente de las otras y del mercado mundial (lo que hoy en día corresponde exactamente a la realidad de todos los países); pero ante todo porque la misma no puede escapar al impacto de las crisis que estallan en el centro nervioso del capitalismo mundial, los Estados Unidos. Un “desacoplamiento” de las economías no se produce más que luego de graves crisis catastróficas, durante períodos de guerras generalizadas – ¡o de revoluciones! – , únicas capaces de destrozar sus vínculaciones.

Es por esta razón que no hay que sorprenderse si el establecimiento bancario que más dinero ha perdido en la crisis de los préstamos inmobiliarios en Estados Unidos de América, es un... ¡banco suizo! Las pérdidas bancarias desde noviembre y anunciadas en abril se cifraban así:
UBS (Union des Banques Suisses): 37,1 millardos de dollars; Merryl Lynch: 24,4 millardos; Citygroup: 18,1 millardos, Carlyle Capital: 16,6 millardos; Morgan Stanley: 9,4 millardos; Crédit Suisse: 5,7 millardos; Bank of America: 5,3 millardos; Capital One: 4,9 millardos; Deutsche Bank: 4,8 millardos; Société Générale: 4,3 millardos.

Es remarcable el hecho de que estas pérdidas se han acumulado desde comienzos de este año, sobre todo en las últimas semanas que han sido particularmente difíciles – en las últimas semanas, en momentos de la apertura del lunes y del cierre del viernes, el escenario en las Bolsas es el de una sanguinaria guerra de nervios.

Sin embargo la más fuerte pérdida en el año 2007 no ha sido reportada por la banca, sino por la General Motors, número uno mundial entre los constructores de autos y símbolo de la época de una industria americana poderosa, su cifra: ¡38,7 millardos de dólares! Esta pérdida que constituye un record se atribuye a una severa caída de las ventas de vehículos, y a la pérdida en sus filiales finanancieras (que son las que suministras créditos a los consumidores que quieren comprar vehículos). Esto demuestra que la crisis no está circunscrita solamente al sector de las finanzas y la bolsa; según el proverbio, lo que es malo para General Motors es malo para Estados Unidos...

GUERRA MONETARIA


Se debe agregar que la caída del dólar que ayuda a los exportadores americanos golpea en consecuencia a sus competidores; esto le da una bocanada de oxígeno a la economía estadounidense, lo que tiende a estrangular a las economías europeas y asiáticas menos sólidas y más dependientes de sus exportaciones. De allí las quejas incesantes de los dirigentes franceses, que se encuentran confrontados a un déficit creciente en su balanza de pagos, la caída del valor de las exportaciones, debido a la alta cotización del euro.

Por el contrario, Alemania, primera economía exportadora del mundo, en razón del alto grado de competitividad de sus mercancías, soporta el encarecimiento del euro, lo cual infla automáticamente el excedente de su comercio exterior (de hecho, es el país con el más grueso excedente mundial con 263 millardos de dólares en febrero, delante de la China con 250 millardos, mientras que los Estados Unidos conservan el más fuerte deficit: 819 millardos de dólares).

Es por esta razón que, a comienzos de este año, el presidente de la asociación de exportadores alemanes podía todavía declarar que “sostenía” la política del euro fuerte. Luego vino el Banco Central Europeo (en otras palabras, la política que expresa los intereses de la potencia económica dominante en Europa – y todas las gesticulaciones de un Sarkozy no podrán cambiar este hecho), que tiene también la ventaja de atenuar las alzas de precios de las materias primas [la ventaja es la diferencia del valor dólar/euro actual, las materias primas comprándose en dólares, NdR].

Las masivas y repetidas inyecciones de liquidez en los circuitos económicos por parte de la Reserva Federal como medio para paliar una crisis de crédito y estimular la actividad, se trataba en fin de cuentas de creación masiva de moneda suplementaria: su consecuencia mecánica es la de hacer bajar el valor de esta moneda, es decir de aumentar el valor de todas las mercancías expresadas en dicha moneda, esto es lo que llamamos inflación.

Siendo el dólar una moneda mundial [su precio condiciona el precio de las demás monedas, entre otras funciones], por medio de la cual se expresa el valor de todas las materias primas, su baja significa un aumento del precio en dólares de éstas últimas. Este fenómeno se refuerza con las operaciones llamadas “especulativas”: aquellos que poseen dólares buscarán por todos los medios de desembarazarse de esta moneda, so pena de que el valor de su capital se derrita; igual sucede cuando se trata de casos como el de los millardos que detentan los diversos Fondos, la tesorería de las grandes empresas o las reservas de Estados, todos tienen tendencia a reforzar más aún la baja de esta moneda, el dólar.

Estos capitales se doblan sobre monedas concurrentes, o más frecuentemente sobre materias primas cuyos precios se elevan brutalmente. El famoso “corredor loco” que hizo perder varios millardos de dólares a la Société Générale francesa, especulando sobre la alza en el mercado de las materias primas de la Bolsa alemana, no estaba tan loco como se piensa; él no obedecía más que al mecanismo capitalista de las leyes del mercado, ¡el cual sí está perfectamente loco! Los expertos estiman que el 20% de la carestía del petróleo se debe a este mecanismo especulativo, le que ha llevado a muchos a decir que la Reserva Federal es un factor más importante que la misma OPEP en el comercio del petróleo...

Notemos al pasar que los capitales pueden también doblarse en los valores-refugio tradicionales en caso de crisis, como el oro cuyo precio alcanza actualmente niveles históricos. La reaparición de la fiebre del oro, “símbolo bárbaro”, es un síntoma suplementario de la enfermedad de la economía capitalista.

Las autoridades americanas dejan bajar su moneda de manera completamente voluntaria. Pero, sólo en la medida en que es benéfica; en la medida en que esta baja hunde a sus competidores que luchan por mantener la cabeza fuera del agua, la baja del dólar tiende a tomar la forma de una guerra monetaria; y la cooperación tan nombrada por las instituciones económicas y financieras del mundo para alejar los riesgos de crisis es remplazada por una competencia feroz en todos los terrenos. Todos los capitalistas no pueden salvarse de la crisis, la misma no puede ser solventada sin eliminar a los más débiles y sin reforzar a los más fuertes. Esto es cierto para las empresas, para los capitalistas “individuales”, pero también lo es para los mismos Estados capitalistas: la crisis económica que se traduce como destrucción de capitales y liquidación de empresas, lleva también rivalidades en su seno, enfrentamientos y guerras inter-estatales.

La recesión actual marca el fin del ciclo de expansión abierto luego de la crisis económica de 2001-2002, que tuvo como factor desencadenante el estallido de la “burbuja informática”, la especulación frenética alrededor de las llamadas empresas de nuevas tecnologías [las famosas start-up, NdR].

La recesión de 2001-2002 llegaba luego de un período de crecimiento en los Estados Unidos inhabitualmente larga – casi diez años – y vigorosa que se había abierto luego de la guerra del Golfo. Además de los efectos benéficos de esta primera guerra contra Irak, la economía americana pudo prosperar a expensas de su competidor acucioso, el Japón, asfixiado por la tasa de cambio abusivamente elevada impuesta por los Estados Unidos al Yen con respecto al dólar. Last but not least, no hay que olvidar tampoco que la implosión del bloque soviético permitió a las economías “occidentales” el acceso a su vasto mercado, entre tanto la presión concurrencial del capitalismo alemán se atenuaba mientras hacía la digestión de Alemania del Este.

El arranque económico americano del año 2002 descansaba esencialmente en dos motores: una nueva guerra en Irak que, como la de hace diez años, hiciera arrancar el sector “militaro-industrial”, de lejos el más importante sector del imperialismo planetario americano; y el recurso masivo al crédito que relanzaba muy particularmente el sector inmobiliario, otro de los sectores claves en las economías capitalistas desarrolladas. Sin embargo las condiciones excepcionalmente favorables, de la década precedente, para el capitalismo usense ya no estaban presentes. Otro hecho fue que desde hacía décadas no se había visto un crecimiento económico tan débil, ni un período que haya creado tan pocos empleos, y en que menos hayan aumentado los salarios.

El recurso al crédito masivo alimentaba la expansión económico al mismo tiempo que permitían que muchas familias americanas se endeudaran y sus créditos llegaran al 130% de sus entradas disponibles Tarde o temprano esta situación tenía que llevar al naufragio, cuyos efectos no hacen sino comenzar.


UNA PERSPECTIVA ES SEGURA:
LA REANUDACIÓN DE LA LUCHA DE CLASE



La crisis económica actual será tan larga a ser superada que los resortes clásicos que se han activado luego de crisis precedentes, esta vez no podrán ser utilizados tan fácilmente. La economía americana y mundial está ahogada en créditos; las tasas de interés han descendido al nivel de la inflación (lo que significa en los hechos que estas llegarán a cero). Además, los Estados Unidos se encuentran empantanados en la guerra de Irak.

Por lo tanto, la “purga” será severa, y se descargará principalmente sobre el proletariado quienes pagarán mayor sacrificio. Aumentar su explotación será la única solución para los capitalistas urgidos de salvar sus tasas de rendimiento, a esto se debe agregar que durante décadas los aumentos de salario de la clase obrera a nivel internacional, en regla general, se encuentran estancados.

El inefable Trichet, presidente del Banco europeo, se lanza en declaraciones poniendo en alerta a los burgueses europeos contra toda tentación de preservar la paz social mediante aumentos salariales. En Francia, Sarkozy que pretendía querer ser “el presidente del poder adquisitivo”, tuvo que declarar luego que “el cofre está(ba) vacío” “les caisses sont vides”, mientras que los industriales, tales como Peugeot Cycles, cada día irán lanzando el ultimatum a los proletarios de trabajar más para ganar menos – de lo contrario, ver sus empleos desaparecer.

La ofensiva capitalista contra los trabajadores abarcará a todos los países. La misma ya ha provocado explosiones sociales y surgimiento de luchas obreras en todo el continente africano, de la Rusia de Putin-Mevdevev al Egipto de Mubarak, pasando por Bangladesh, o Vietnam, hasta la América de Bush.

En la calma y opulenta Europa misma, comienzan a aparecer leves temblores de lucha obrera,(¡y algunas veces más que temblores!): de huelgas salvajes en Alemania a la huelga general en Grecia, pasando por una huelga de ferroviarios en Suiza (¡la primera desde 1918!); de las revueltas de los barrios periféricos en Francia a revueltas similares en Dinamarca, lentamente y en todas partes la paz social comienza a fisurarse.

Evidentemente no se pueden alimentar ilusiones; las dificultades y los obstáculos para retomar el camino de la lucha de clase son todavía enormes. Sin embargo el terrible efecto que la crisis producirá en el equilibrio social actual no podrá más que acelerar esta evolución que ya ha comenzado, y esto es tan inevitable como irreversible.

Inexorablemente los proletarios se lanzarán a la lucha y volverán a aprender a defenderse, organizarse y dirigir sus luchas independientemente de las organizaciones colaboracionistas de cualquier matiz; serán empujados a reagruparse no sólo para la lucha de defensa inmediata cotidiana, sino para la lucha política más amplia, inevitablemente nacerá en ellos la necesidad del partido para emprender sus luchas y enfrentar al capitalismo.

¿El mundo capitalista se hunde de nuevo en la crisis?
¡Ella no hace más que apurar la hora de la reanudación de la lucha de clase y de la revolución!


partido comunista internacional / 20 de abril de 2008

Correspondencia: 3 rue Basse Combalot, 69007 – Lyon, Francia
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