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La responsabilidad de la CIA en el crimen de Barbados
La responsabilidad de la CIA en el crimen de Barbados...
La responsabilidad de la CIA en el crimen de Barbados.
MANUEL HEVIA FRASQUIERI y ANDRÉS ZALDÍVAR DIÉGUEZ,
Investigadores del Centro de Investigaciones Históricas de la Seguridad del Estado, CUBA.
Corría el año 1967. La contrarrevolución en Cuba había sido aplastada. La estación de la CIA en Miami JM-Wave comenzó paulatinamente a limitar sus operaciones de guerra sucia contra el territorio cubano, después de largos años de crímenes y agresiones. Eran desmontados los radares de comunicaciones o las ametralladoras pesadas y los cañones sin retroceso de 57 mm de las embarcaciones piratas, las que eran vendidas o rematadas. Sus lujosas mansiones en los cayos floridanos, otrora casas secretas, fueron rentadas. Toda la logística de guerra era desarticulada poco a poco. Pero aún continuarían en los próximos años sus acciones paramilitares contra embarcaciones de pesca u otras instalaciones cubanas. El terrorismo no había cesado, sino que se intensificaba contra intereses cubanos en el extranjero. Sus "blancos" predilectos serían entonces funcionarios diplomáticos y comerciales, embajadas, consulados, representaciones de líneas aéreas o marítimas, ya fueran cubanas como de cualquier país que mantuviese algún vínculo con Cuba. Era solo un cambio estratégico en la política de terror.
Un asesino a sueldo llamado Luis Posada Carriles, sentado en un bar de Miami en aquellos días, según relata en sus memorias "Los caminos del guerrero", meditaba consigo mismo "...Las operaciones tendientes a la liberación de Cuba que efectuaba la Agencia Central de Inteligencia estaban muy disminuidas, llegando al punto que ya no se hacía prácticamente nada. Atrás habían quedado las operaciones paramilitares, los contactos dentro de la Isla, los enterramientos de armamento, las infiltraciones y toda esa actividad que mantenía viva la esperanza de los cubanos que trabajábamos para la Agencia. Gradual e inexorablemente se iban cerrando las bases de los cayos en la Florida y gradual e inexorablemente estaban desmovilizando a todos los cubanos que trabajaban para la CIA. A mí me había llegado el turno hacía muy poco tiempo..."
Posada Carriles miente deliberadamente. La CIA nunca abandonó a sus aventajados alumnos de Fort Benning. Sus agentes principales de origen cubano en JM-Wave eran enviados como "asesores" de contrainsurgencia a gobiernos pro-yankis en América Latina, para reprimir todo atisbo de Revolución. Su entrañable amigo Félix Rodríguez Mendigutía, había partido rumbo a Bolivia para colaborar en las operaciones contra el Guerrillero Heroico, Ernesto Che Guevara. Más tarde la CIA lo enviaría a Ecuador, Perú, Viet Nam, Nicaragua y El Salvador, lugar este último en el que participaría junto a Posada, en la guerra sucia en Centroamérica bajo las órdenes directas de la Casa Blanca.
Posada Carriles fue "asignado" a Caracas, Venezuela, en 1967, como mercenario de la CIA, transitando por sus órganos de Inteligencia hasta ocupar un importante cargo en la Dirección de los Servicios de Inteligencia y Prevención (DISIP) de entonces. Sus principales tareas: eliminar focos de "insurgentes" y apoyar el trabajo de espionaje de la CIA en el medio diplomático hostil a los Estados Unidos y en las altas esferas de la política local. Esta designación no era casual; constituía un cargo de confianza en un país con grandes intereses económicos y geopolíticos para Estados Unidos en el área del Caribe y Sudamérica, muy cercano a Cuba por profundos lazos históricos.
El propio George Bush (padre), en su calidad de Director de la CIA en 1976, expresó en privado al entonces Jefe de la DINA chilena, general Juan Manuel Contreras Sepúlveda, durante una reunión en Washington, que la DISIP había sido reestructurada con la participación de agentes cubanos al servicio de la agencia, sugiriéndole que a su regreso a Chile pasara por Caracas y visitara este órgano policiaco. Según Contreras, durante su viaje a Venezuela se entrevistó con operativos cubanos en ese país. Uno de ellos era Luis Posada Carriles.
La "reestructuración" aludida por el entonces Director de la CIA, incluía importantes recursos de todo tipo dirigidos a potenciar aquel dispositivo policiaco. En sus "memorias", Posada Carriles se refiere a este tema, aunque sin mencionar a la CIA: "...La policía había mejorado increíblemente. Cursos en el exterior, instructores bien pagados, más la adquisición de costosos pero altamente eficientes equipos para interceptar teléfonos, para `sonorizar' habitaciones con transmisores ocultos, la adquisición de patrullas, motos y, sobre todo suficientes recursos económicos para establecer redes de colaboradores en hoteles, restaurantes, vehículos de alquiler, etc., apoyaban nuestras operaciones, situando a determinado `cliente' en una habitación de hotel previamente `sonorizada' o dirigiéndolo a una mesa `trabajada' en el restaurante. El más costoso, pero también el más fructífero de los departamentos, era el de `control y manipulación de fuentes vivas' o informantes. Las áreas de interés del Cuerpo eran los grupos subversivos de izquierda, los militares de tendencia golpista, grupos políticos y financieros, determinados personajes y cualquier sector de la población que resultara interesante para el gobierno, eran penetrados e infiltrados por nuestros agentes..."
Luis Posada Carriles no abandonó su accionar terrorista contra Cuba en esos años, sino que las recrudeció a partir del manto oficial que le ofrecía su cargo en la DISIP venezolana, en la que fue nombrado como Comisario el 4 de octubre de 1971 por su amigo y colaborador Remberto Uzcátegui Bruzual, quien lo integró al grupo represivo bajo su dirección conocido por "los Doce Apóstoles". Esta designación le brindó mayores posibilidades para continuar las acciones de interés de la CIA que venía desempeñando desde años atrás.
LA FACHADA DE LA AGENCIA PRIVADA DE DETECTIVES
En 1974, por desavenencias con el nuevo gobierno de Carlos Andrés Pérez, Posada Carriles se vio obligado a renunciar, creándose una difícil situación operativa para la CIA. Pero de la noche a la mañana, surgieron nuevos fondos monetarios, algunos de ellos supuestamente aportados por su antiguo compañero en la DISIP, Joaquín Chafardet Ramos, y es creada una agencia privada de detectives en Caracas nombrada "Investigaciones Comerciales e Industriales, Compañía Anónima" (ICICA), dirigida por el propio Posada Carriles.
Sus instalaciones estaban ubicadas inicialmente en la oficina número 78 en el centro profesional Majestic, en la avenida Libertador. Pero en 1976 se trasladaron a un lugar más amplio y de discreta ubicación en la urbanización Las Palmas, avenida Valencia, Quinta María Nina, en Caracas. Sus "investigadores", según indicaciones de Posada Carriles, debían entrar por la puerta trasera para no atraer la atención sobre sus movimientos. La ICICA llegó a contar posteriormente con una filial en la ciudad de Valencia, estado de Carabobo, cercana a Puerto Cabello, que por estar alejada de la capital facilitaba sus movimientos hacia otras regiones.
Esta "agencia" desplegó su actividad desde los primeros meses de 1974 hasta octubre de 1976, considerados los años de mayor violencia terrorista contra oficinas diplomáticas y comerciales e intereses cubanos en el continente.
En sus "memorias", Posada Carriles intenta encubrir el carácter subversivo de la ICICA y justificar los recursos técnicos y financieros de que disponía: "...jamás nos hicimos cargo de asuntos relacionados con adulterios ni problemas entre políticos, rama que nos parecía de importancia mínima, en comparación con lo más rentable y atractivo de la investigación comercial e industrial, particularmente en el campo del espionaje de tecnología, comercio y finanzas de empresas nacionales y extranjeras ... nos encargaron investigaciones sobre conflictos de competencia, robos y fraudes; investigaciones para pre-empleo de ejecutivos importantes, especialmente de empresas multinacionales ... una red de equipos móviles de comunicaciones con su repetidora, cámaras operativas, micrófonos sofisticados, etc., auxiliaban en sus pesquisas a nuestros investigadores..."
Según documentos desclasificados de la época, una gran parte del equipamiento en armas y explosivos en poder de la nueva "agencia", había sido sustraído de la DISIP. Otros medios técnicos de espionaje fueron presumiblemente "donados" por la CIA. Versiones no confirmadas acusaban a la embajada de Estados Unidos en Caracas haber introducido en la "agencia" explosivos plásticos, posteriormente utilizados en acciones terroristas contra Cuba.
La eficiente "agencia" de Posada Carriles, convertida en un peligroso centro subversivo para la región del Caribe y Sudamérica, podía considerarse también como una estructura paramilitar y mantenía una relación de "favores mutuos" con funcionarios de los organismos policíacos venezolanos. Posada continuó colaborando en operativos de persecución y torturas contra grupos de izquierda en Venezuela, mientras realizaba acciones encubiertas para la CIA o participaba activamente, junto a Orlando Bosch Ávila, en operaciones de muerte de la Operación Cóndor junto a la DINA fascista de Augusto Pinochet. Se conoce públicamente que algunos implicados de la ICICA, en particular Hernán Ricardo Lozano, mantenía relaciones estrechas con un funcionario de la embajada norteamericana en Caracas nombrado Joe Leo, indicado por algunas fuentes públicas como oficial de los servicios especiales.
Este centro terrorista llegó a contar con 36 empleados, algunos de ellos ex agentes de los servicios especiales venezolanos o terroristas de origen cubano, familiarizados con tareas clandestinas de seguimiento y control técnico de objetivos de interés, técnicas de escucha ilegal o interrogatorios y acciones violentas con armas y explosivos plásticos. El segundo al mando y jefe de operaciones de esta "agencia" era Diego Argüello Lastre, ex policía de la tiranía batistiana.
LA CIA NO PODÍA ESTAR AJENA A LAS ACCIONES TERRORISTAS DE POSADA CARRILES
El nivel de agresividad y efectividad de este grupo solo era posible gracias a la tenencia de medios de intercepción telefónica, transmisores de radio miniatura para aplicaciones ocultas y micrófonos pequeños para empotrar en paredes (algunos comerciales y otros de procedencia desconocida, presuntamente elaborados por un servicio profesional de espionaje), equipos de grabación profesional, estetoscopios para escucha a través de paredes, medios de cerrajería, fotografía profesional, equipos portátiles para el montaje de puntos móviles de grabación de conversaciones y líquidos radioactivos para el marcaje y seguimiento de objetivos, entre otros medios.
Este equipamiento permite inferir que los blancos del trabajo ilegal podían ser personalidades políticas o gubernamentales, agentes diplomáticos o comerciales extranjeros, dirigentes revolucionarios de izquierda, empresarios y hombres de negocio.
Desde esta "agencia" se planificaron muchos actos terroristas y de ella partían subrepticiamente comandos armados y entrenados para colocar bombas en instalaciones civiles cubanas en el extranjero y planear todo tipo de atentados y secuestros, en presumible coordinación con otras agrupaciones de la mafia cubanoamericana en Miami. Según diversas fuentes históricas, la ICICA elaboró estudios operativos sobre instalaciones diplomáticas y comerciales cubanas en Trinidad, Barbados, Colombia y Panamá y poseía mapas de ruta de los vuelos aéreos de Cubana de Aviación en la región.
La CIA no podía estar ajena a estas acciones. Posada Carriles seguía siendo su hombre de confianza y posiblemente su oficial ilegal más fiel y experimentado en la región al que debía muchos favores.
Días después del crimen de Barbados, un memorando de inteligencia desclasificado del Departamento de Estado norteamericano de fecha 19 de octubre de 1976 solicitaba a la CIA algunas respuestas y comentarios. La primera de aquellas preguntas ponía el dedo en la llaga: ¿Ha tenido la CIA alguna relación con la agencia de investigaciones de Posada o con cualquier negocio que él pudo haber tenido? Desconocemos si la CIA emitió alguna respuesta.
No resultaba casual la intensificación de los actos terroristas en la región. Se calculan solo entre marzo de 1974 y octubre de 1976, en que fue clausurada la ICICA, más de 40 bombas en 14 países de Centroamérica, Caribe y Sudamérica contra instalaciones diplomáticas cubanas, líneas aéreas e intereses de otros países que mantenían relaciones con Cuba. En ese periodo fueron asesinados dos técnicos cubanos en Perú y México, dos funcionarios cubanos en Argentina y 73 pasajeros que viajaban a bordo del vuelo 455 de Cubana de Aviación sobre Barbados.
Una visión más pormenorizada de aquellos actos salvajes la brinda una investigación histórica realizada en nuestro país: Durante 1974 se produjeron tres atentados con explosivos contra la embajada cubana en Jamaica, otras cuatro en la sede diplomática en México. Cartas bomba enviadas a las embajadas cubanas en Argentina y Canadá. Colocación de otras bombas en instalaciones diplomáticas cubanas y extranjeras en Perú, Jamaica, Ecuador, Venezuela, Panamá, Bahamas. En México estallan 13 bombas en tres ciudades diferentes en bancos, empresas comerciales y gubernamentales al regarse la noticia de una posible normalización de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos.
En 1975 son colocados 9 artefactos explosivos en 5 países del área. Una bomba es detectada en el auto del embajador cubano en México y es tiroteado el auto en que viajaba el embajador cubano en Argentina, Emilio Aragonés Navarro, quien resultó ileso. Ese año, el pueblo norteamericano fue víctima también de acciones terroristas de los grupos anticubanos más violentos que operaban desde su propio territorio.
Una explosión en Puerto Rico en el mes de enero había causado cuatro muertos y dos heridos. En febrero una bomba fue desactivada en las oficinas de la línea aérea colombiana en San Juan, Puerto Rico. En marzo, dos artefactos detonaron en la oficina de turismo en Panamá y el consulado de Costa Rica en Los Ángeles, California. En mayo y julio dos bombas estallaron en las embajadas de Venezuela y Costa Rica, en Washington. En julio fue saboteado un buque puertorriqueño en San Juan, Puerto Rico. En octubre dos bombas estallaron en Miami, mientras el 29 de diciembre detonan otro artefacto en el salón de equipajes de la línea aérea dominicana de aviación del aeropuerto La Guardia, en Nueva York, que causó 13 muertos y 75 heridos.
CON EL CORU LA CAPACIDAD OPERACIONAL DEL TERROR TUVO UNA ESCALADA COMO NUNCA ANTES
Una vez más la tolerancia y complicidad de las autoridades norteamericanas con los grupos terroristas anticubanos comenzaban a crearles problemas internos. La solución más práctica y ventajosa para el gobierno de Estados Unidos sería la creación de la Coordinación de Organizaciones Revolucionarias Unidas (CORU).
En junio de 1976, Luis Posada y Orlando Bosch participaron en la conformación del grupo terrorista CORU en República Dominicana, creado a instancias de los propios servicios de inteligencia norteamericanos. Un veterano oficial de la División antiterrorista de la Policía de Miami declaró en 1979 "...los cubanos llevaron a cabo la unión del CORU a solicitud de la CIA... los Estados Unidos apoyaron la reunión para tenerlos a todos en la misma dirección nuevamente, bajo el control de los Estados Unidos. La señal básica fue adelante y hagan lo que deseen, fuera del territorio norteamericano..."
El CORU constituyó un agrupamiento ideológicamente fascista para extender el terrorismo internacional contra Cuba, integrar a los terroristas más violentos y asestar golpes contundentes a la Revolución cubana. Integró a los grupos fascistas de origen cubano más activos que operaban desde EE.UU., como Acción Cubana, Brigada 2506, Frente Liberación Cubano, Alpha 66, Abdala, Movimiento Nacionalista Cubano. Al frente de esta agrupación fue designado Orlando Bosch Ávila. Los pormenores de esta reunión en Bonao, República Dominicana, fueron conocidos en detalle por el FBI, cuyos agentes encubiertos estuvieron presentes. Aunque no existen comentarios del FBI en sus informes desclasificados, se poseen evidencias de la presencia de Luis Posada Carriles en Santo Domingo en aquellos momentos.
El CORU fascista dirigido por Orlando Bosch sería la cabeza visible. Tras bambalinas, con un efectivo poder en sus manos que le brindaba la ICICA, el hombre fuerte de la CIA, Posada Carriles, participaría más activamente en aquella conspiración internacional.
La capacidad operacional de la "agencia" de terror dirigida por Posada desde 1974 y posteriormente la efectividad terrorista del CORU, evidenció una organización nunca antes vista en agrupaciones criminales de aquella época, lo que solo era posible lograr con el apoyo directo de un servicio como la CIA.
Contradictoriamente, el triste suceso del avión de Cubana de Aviación en Barbados en octubre de 1976, pocos meses después, sacó de circulación por unos años a estos dos criminales y frustró por el momento la maniobra de la CIA, comandada por George Bush (padre).
Bajo la influencia del CORU y el decisivo apoyo operativo de Posada Carriles desde Venezuela, en muchos casos, se produjeron actos de terror en las sedes cubanas en Perú, Colombia, Guyana, Canadá y Venezuela. Un grupo dirigido directamente por Posada, junto a Orlando Bosch, y siguiendo un acuerdo previo de la reunión de constitución del CORU, planearon sabotear el vuelo 467 de Cubana de Aviación Panamá-Habana, acción que resultó infructuosa.
El 9 de julio estalló una bomba en un equipaje que era conducido a un avión cubano de pasajeros, en Kingston, Jamaica, cuya salida se había visto retrasada 40 minutos por causas operacionales. Gracias a esto se conjuró una catástrofe terrible.
El 10 de julio detonó otro artefacto en las oficinas de British West Indian Airline, en Barbados, colocado presumiblemente por Hernán Ricardo y Freddy Lugo, sicarios al servicio de la "agencia" de Posada, y más tarde autores directos de la voladura del avión cubano en ese mismo lugar.
El 11 de julio detonó otra bomba en las oficinas de la Línea Aérea Air Panamá en Colombia y días más tarde se realizaron disparos contra la embajada cubana en ese país. Se presume que un comando terrorista al mando de Posada Carriles, entre los que se encontraba Hernán Ricardo, viajó a este país en estos días con el propósito de provocar un hecho terrorista de gran trascendencia publicitaria.
Días después, el 23 de julio, fue asesinado el técnico cubano de la Flota Camaronera del Caribe Artaignan Díaz Díaz, en Mérida, Yucatán, durante un intento de secuestro de un funcionario consular cubano. En este hecho participó un viejo compinche de Posada, el criminal Gaspar Jiménez Escobedo, quien lo secundaría años después en el intento de asesinato del Presidente Fidel Castro Ruz en la X Cumbre Iberoamericana de Panamá en el año 2000.
El 9 de agosto fueron secuestrados, torturados y asesinados Crescencio Galañena Hernández y Jesús Cejas Arias, funcionarios de la embajada cubana en Argentina, por grupos paramilitares de la junta militar argentina. Se poseen informaciones que vinculan a los asesinos Orlando Bosch, Luis Posada Carriles y Guillermo Novo Sampol a este crimen. Poco después, el 21 de septiembre, en la ciudad de Washington, son asesinados el ex ministro de Relaciones Exteriores del gobierno de la Unidad Popular de Salvador Allende, Orlando Letelier y su asistente Ronni Karpen Mofitt, por sicarios del CORU al servicio de Augusto Pinochet, entre ellos los terroristas de origen cubano Guillermo e Ignacio Novo Sampol, Dionisio Suárez Esquivel y Virgilio Paz Romero.
El 6 de octubre de 1976, explotaba en pleno vuelo el avión cubano en Barbados, con 73 pasajeros a bordo. Fue el crimen más horrendo de todos, que aun después de 30 años, llena de indignación y tristeza a todo nuestro pueblo.
Días antes del atroz suceso, la embajada de EE.UU. en Caracas negó la visa de entrada a Puerto Rico a Hernán Ricardo Lozano, uno de los autores materiales del crimen. Se conoce por fuentes históricas, que la embajada norteamericana en Puerto España, Trinidad Tobago, conoció que Ricardo se encontraba en dicho país en momentos en que el CORU se adjudicaba una bomba en el consulado de Guyana, el 1º de septiembre de 1976. La CIA pudo temer entonces que su relación de larga data con Hernán Ricardo podía acarrearles problemas.
Después de su detención por las autoridades venezolanas, que los acusó por su responsabilidad en el sabotaje al avión cubano, el gobierno de los Estados Unidos maniobró para que no fueran juzgados y propuso que Posada fuera liberado y Bosch entregado a sus autoridades.
El gobierno de los Estados Unidos fue autor intelectual de aquel horrendo suceso. No se trataba de un hecho aislado. Los documentos desclasificados demuestran que sus servicios de inteligencia no eran ajenos a los intentos del CORU de hacer explotar un avión en el aire. No eran ajenos tampoco a la labor subversiva de la ICICA en la región, de donde partieron los autores materiales del hecho y los explosivos utilizados. Esto podría explicar, entre otras razones, su negativa a extraditar a Posada Carriles a Venezuela.
La CIA y su gobierno facilitaron posteriormente la fuga de Posada de su prisión en Venezuela, ofreciéndole posteriormente una importante misión en la guerra sucia en Centroamérica. Años después concedieron el asilo definitivo de Bosch en territorio norteamericano, como próximamente lo harán con Luis Posada Carriles, por sus amplios servicios a la causa del terrorismo.
La humanidad les exigirá cuentas algún día.
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MANUEL HEVIA FRASQUIERI y ANDRÉS ZALDÍVAR DIÉGUEZ,
Investigadores del Centro de Investigaciones Históricas de la Seguridad del Estado, CUBA.
Corría el año 1967. La contrarrevolución en Cuba había sido aplastada. La estación de la CIA en Miami JM-Wave comenzó paulatinamente a limitar sus operaciones de guerra sucia contra el territorio cubano, después de largos años de crímenes y agresiones. Eran desmontados los radares de comunicaciones o las ametralladoras pesadas y los cañones sin retroceso de 57 mm de las embarcaciones piratas, las que eran vendidas o rematadas. Sus lujosas mansiones en los cayos floridanos, otrora casas secretas, fueron rentadas. Toda la logística de guerra era desarticulada poco a poco. Pero aún continuarían en los próximos años sus acciones paramilitares contra embarcaciones de pesca u otras instalaciones cubanas. El terrorismo no había cesado, sino que se intensificaba contra intereses cubanos en el extranjero. Sus "blancos" predilectos serían entonces funcionarios diplomáticos y comerciales, embajadas, consulados, representaciones de líneas aéreas o marítimas, ya fueran cubanas como de cualquier país que mantuviese algún vínculo con Cuba. Era solo un cambio estratégico en la política de terror.
Un asesino a sueldo llamado Luis Posada Carriles, sentado en un bar de Miami en aquellos días, según relata en sus memorias "Los caminos del guerrero", meditaba consigo mismo "...Las operaciones tendientes a la liberación de Cuba que efectuaba la Agencia Central de Inteligencia estaban muy disminuidas, llegando al punto que ya no se hacía prácticamente nada. Atrás habían quedado las operaciones paramilitares, los contactos dentro de la Isla, los enterramientos de armamento, las infiltraciones y toda esa actividad que mantenía viva la esperanza de los cubanos que trabajábamos para la Agencia. Gradual e inexorablemente se iban cerrando las bases de los cayos en la Florida y gradual e inexorablemente estaban desmovilizando a todos los cubanos que trabajaban para la CIA. A mí me había llegado el turno hacía muy poco tiempo..."
Posada Carriles miente deliberadamente. La CIA nunca abandonó a sus aventajados alumnos de Fort Benning. Sus agentes principales de origen cubano en JM-Wave eran enviados como "asesores" de contrainsurgencia a gobiernos pro-yankis en América Latina, para reprimir todo atisbo de Revolución. Su entrañable amigo Félix Rodríguez Mendigutía, había partido rumbo a Bolivia para colaborar en las operaciones contra el Guerrillero Heroico, Ernesto Che Guevara. Más tarde la CIA lo enviaría a Ecuador, Perú, Viet Nam, Nicaragua y El Salvador, lugar este último en el que participaría junto a Posada, en la guerra sucia en Centroamérica bajo las órdenes directas de la Casa Blanca.
Posada Carriles fue "asignado" a Caracas, Venezuela, en 1967, como mercenario de la CIA, transitando por sus órganos de Inteligencia hasta ocupar un importante cargo en la Dirección de los Servicios de Inteligencia y Prevención (DISIP) de entonces. Sus principales tareas: eliminar focos de "insurgentes" y apoyar el trabajo de espionaje de la CIA en el medio diplomático hostil a los Estados Unidos y en las altas esferas de la política local. Esta designación no era casual; constituía un cargo de confianza en un país con grandes intereses económicos y geopolíticos para Estados Unidos en el área del Caribe y Sudamérica, muy cercano a Cuba por profundos lazos históricos.
El propio George Bush (padre), en su calidad de Director de la CIA en 1976, expresó en privado al entonces Jefe de la DINA chilena, general Juan Manuel Contreras Sepúlveda, durante una reunión en Washington, que la DISIP había sido reestructurada con la participación de agentes cubanos al servicio de la agencia, sugiriéndole que a su regreso a Chile pasara por Caracas y visitara este órgano policiaco. Según Contreras, durante su viaje a Venezuela se entrevistó con operativos cubanos en ese país. Uno de ellos era Luis Posada Carriles.
La "reestructuración" aludida por el entonces Director de la CIA, incluía importantes recursos de todo tipo dirigidos a potenciar aquel dispositivo policiaco. En sus "memorias", Posada Carriles se refiere a este tema, aunque sin mencionar a la CIA: "...La policía había mejorado increíblemente. Cursos en el exterior, instructores bien pagados, más la adquisición de costosos pero altamente eficientes equipos para interceptar teléfonos, para `sonorizar' habitaciones con transmisores ocultos, la adquisición de patrullas, motos y, sobre todo suficientes recursos económicos para establecer redes de colaboradores en hoteles, restaurantes, vehículos de alquiler, etc., apoyaban nuestras operaciones, situando a determinado `cliente' en una habitación de hotel previamente `sonorizada' o dirigiéndolo a una mesa `trabajada' en el restaurante. El más costoso, pero también el más fructífero de los departamentos, era el de `control y manipulación de fuentes vivas' o informantes. Las áreas de interés del Cuerpo eran los grupos subversivos de izquierda, los militares de tendencia golpista, grupos políticos y financieros, determinados personajes y cualquier sector de la población que resultara interesante para el gobierno, eran penetrados e infiltrados por nuestros agentes..."
Luis Posada Carriles no abandonó su accionar terrorista contra Cuba en esos años, sino que las recrudeció a partir del manto oficial que le ofrecía su cargo en la DISIP venezolana, en la que fue nombrado como Comisario el 4 de octubre de 1971 por su amigo y colaborador Remberto Uzcátegui Bruzual, quien lo integró al grupo represivo bajo su dirección conocido por "los Doce Apóstoles". Esta designación le brindó mayores posibilidades para continuar las acciones de interés de la CIA que venía desempeñando desde años atrás.
LA FACHADA DE LA AGENCIA PRIVADA DE DETECTIVES
En 1974, por desavenencias con el nuevo gobierno de Carlos Andrés Pérez, Posada Carriles se vio obligado a renunciar, creándose una difícil situación operativa para la CIA. Pero de la noche a la mañana, surgieron nuevos fondos monetarios, algunos de ellos supuestamente aportados por su antiguo compañero en la DISIP, Joaquín Chafardet Ramos, y es creada una agencia privada de detectives en Caracas nombrada "Investigaciones Comerciales e Industriales, Compañía Anónima" (ICICA), dirigida por el propio Posada Carriles.
Sus instalaciones estaban ubicadas inicialmente en la oficina número 78 en el centro profesional Majestic, en la avenida Libertador. Pero en 1976 se trasladaron a un lugar más amplio y de discreta ubicación en la urbanización Las Palmas, avenida Valencia, Quinta María Nina, en Caracas. Sus "investigadores", según indicaciones de Posada Carriles, debían entrar por la puerta trasera para no atraer la atención sobre sus movimientos. La ICICA llegó a contar posteriormente con una filial en la ciudad de Valencia, estado de Carabobo, cercana a Puerto Cabello, que por estar alejada de la capital facilitaba sus movimientos hacia otras regiones.
Esta "agencia" desplegó su actividad desde los primeros meses de 1974 hasta octubre de 1976, considerados los años de mayor violencia terrorista contra oficinas diplomáticas y comerciales e intereses cubanos en el continente.
En sus "memorias", Posada Carriles intenta encubrir el carácter subversivo de la ICICA y justificar los recursos técnicos y financieros de que disponía: "...jamás nos hicimos cargo de asuntos relacionados con adulterios ni problemas entre políticos, rama que nos parecía de importancia mínima, en comparación con lo más rentable y atractivo de la investigación comercial e industrial, particularmente en el campo del espionaje de tecnología, comercio y finanzas de empresas nacionales y extranjeras ... nos encargaron investigaciones sobre conflictos de competencia, robos y fraudes; investigaciones para pre-empleo de ejecutivos importantes, especialmente de empresas multinacionales ... una red de equipos móviles de comunicaciones con su repetidora, cámaras operativas, micrófonos sofisticados, etc., auxiliaban en sus pesquisas a nuestros investigadores..."
Según documentos desclasificados de la época, una gran parte del equipamiento en armas y explosivos en poder de la nueva "agencia", había sido sustraído de la DISIP. Otros medios técnicos de espionaje fueron presumiblemente "donados" por la CIA. Versiones no confirmadas acusaban a la embajada de Estados Unidos en Caracas haber introducido en la "agencia" explosivos plásticos, posteriormente utilizados en acciones terroristas contra Cuba.
La eficiente "agencia" de Posada Carriles, convertida en un peligroso centro subversivo para la región del Caribe y Sudamérica, podía considerarse también como una estructura paramilitar y mantenía una relación de "favores mutuos" con funcionarios de los organismos policíacos venezolanos. Posada continuó colaborando en operativos de persecución y torturas contra grupos de izquierda en Venezuela, mientras realizaba acciones encubiertas para la CIA o participaba activamente, junto a Orlando Bosch Ávila, en operaciones de muerte de la Operación Cóndor junto a la DINA fascista de Augusto Pinochet. Se conoce públicamente que algunos implicados de la ICICA, en particular Hernán Ricardo Lozano, mantenía relaciones estrechas con un funcionario de la embajada norteamericana en Caracas nombrado Joe Leo, indicado por algunas fuentes públicas como oficial de los servicios especiales.
Este centro terrorista llegó a contar con 36 empleados, algunos de ellos ex agentes de los servicios especiales venezolanos o terroristas de origen cubano, familiarizados con tareas clandestinas de seguimiento y control técnico de objetivos de interés, técnicas de escucha ilegal o interrogatorios y acciones violentas con armas y explosivos plásticos. El segundo al mando y jefe de operaciones de esta "agencia" era Diego Argüello Lastre, ex policía de la tiranía batistiana.
LA CIA NO PODÍA ESTAR AJENA A LAS ACCIONES TERRORISTAS DE POSADA CARRILES
El nivel de agresividad y efectividad de este grupo solo era posible gracias a la tenencia de medios de intercepción telefónica, transmisores de radio miniatura para aplicaciones ocultas y micrófonos pequeños para empotrar en paredes (algunos comerciales y otros de procedencia desconocida, presuntamente elaborados por un servicio profesional de espionaje), equipos de grabación profesional, estetoscopios para escucha a través de paredes, medios de cerrajería, fotografía profesional, equipos portátiles para el montaje de puntos móviles de grabación de conversaciones y líquidos radioactivos para el marcaje y seguimiento de objetivos, entre otros medios.
Este equipamiento permite inferir que los blancos del trabajo ilegal podían ser personalidades políticas o gubernamentales, agentes diplomáticos o comerciales extranjeros, dirigentes revolucionarios de izquierda, empresarios y hombres de negocio.
Desde esta "agencia" se planificaron muchos actos terroristas y de ella partían subrepticiamente comandos armados y entrenados para colocar bombas en instalaciones civiles cubanas en el extranjero y planear todo tipo de atentados y secuestros, en presumible coordinación con otras agrupaciones de la mafia cubanoamericana en Miami. Según diversas fuentes históricas, la ICICA elaboró estudios operativos sobre instalaciones diplomáticas y comerciales cubanas en Trinidad, Barbados, Colombia y Panamá y poseía mapas de ruta de los vuelos aéreos de Cubana de Aviación en la región.
La CIA no podía estar ajena a estas acciones. Posada Carriles seguía siendo su hombre de confianza y posiblemente su oficial ilegal más fiel y experimentado en la región al que debía muchos favores.
Días después del crimen de Barbados, un memorando de inteligencia desclasificado del Departamento de Estado norteamericano de fecha 19 de octubre de 1976 solicitaba a la CIA algunas respuestas y comentarios. La primera de aquellas preguntas ponía el dedo en la llaga: ¿Ha tenido la CIA alguna relación con la agencia de investigaciones de Posada o con cualquier negocio que él pudo haber tenido? Desconocemos si la CIA emitió alguna respuesta.
No resultaba casual la intensificación de los actos terroristas en la región. Se calculan solo entre marzo de 1974 y octubre de 1976, en que fue clausurada la ICICA, más de 40 bombas en 14 países de Centroamérica, Caribe y Sudamérica contra instalaciones diplomáticas cubanas, líneas aéreas e intereses de otros países que mantenían relaciones con Cuba. En ese periodo fueron asesinados dos técnicos cubanos en Perú y México, dos funcionarios cubanos en Argentina y 73 pasajeros que viajaban a bordo del vuelo 455 de Cubana de Aviación sobre Barbados.
Una visión más pormenorizada de aquellos actos salvajes la brinda una investigación histórica realizada en nuestro país: Durante 1974 se produjeron tres atentados con explosivos contra la embajada cubana en Jamaica, otras cuatro en la sede diplomática en México. Cartas bomba enviadas a las embajadas cubanas en Argentina y Canadá. Colocación de otras bombas en instalaciones diplomáticas cubanas y extranjeras en Perú, Jamaica, Ecuador, Venezuela, Panamá, Bahamas. En México estallan 13 bombas en tres ciudades diferentes en bancos, empresas comerciales y gubernamentales al regarse la noticia de una posible normalización de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos.
En 1975 son colocados 9 artefactos explosivos en 5 países del área. Una bomba es detectada en el auto del embajador cubano en México y es tiroteado el auto en que viajaba el embajador cubano en Argentina, Emilio Aragonés Navarro, quien resultó ileso. Ese año, el pueblo norteamericano fue víctima también de acciones terroristas de los grupos anticubanos más violentos que operaban desde su propio territorio.
Una explosión en Puerto Rico en el mes de enero había causado cuatro muertos y dos heridos. En febrero una bomba fue desactivada en las oficinas de la línea aérea colombiana en San Juan, Puerto Rico. En marzo, dos artefactos detonaron en la oficina de turismo en Panamá y el consulado de Costa Rica en Los Ángeles, California. En mayo y julio dos bombas estallaron en las embajadas de Venezuela y Costa Rica, en Washington. En julio fue saboteado un buque puertorriqueño en San Juan, Puerto Rico. En octubre dos bombas estallaron en Miami, mientras el 29 de diciembre detonan otro artefacto en el salón de equipajes de la línea aérea dominicana de aviación del aeropuerto La Guardia, en Nueva York, que causó 13 muertos y 75 heridos.
CON EL CORU LA CAPACIDAD OPERACIONAL DEL TERROR TUVO UNA ESCALADA COMO NUNCA ANTES
Una vez más la tolerancia y complicidad de las autoridades norteamericanas con los grupos terroristas anticubanos comenzaban a crearles problemas internos. La solución más práctica y ventajosa para el gobierno de Estados Unidos sería la creación de la Coordinación de Organizaciones Revolucionarias Unidas (CORU).
En junio de 1976, Luis Posada y Orlando Bosch participaron en la conformación del grupo terrorista CORU en República Dominicana, creado a instancias de los propios servicios de inteligencia norteamericanos. Un veterano oficial de la División antiterrorista de la Policía de Miami declaró en 1979 "...los cubanos llevaron a cabo la unión del CORU a solicitud de la CIA... los Estados Unidos apoyaron la reunión para tenerlos a todos en la misma dirección nuevamente, bajo el control de los Estados Unidos. La señal básica fue adelante y hagan lo que deseen, fuera del territorio norteamericano..."
El CORU constituyó un agrupamiento ideológicamente fascista para extender el terrorismo internacional contra Cuba, integrar a los terroristas más violentos y asestar golpes contundentes a la Revolución cubana. Integró a los grupos fascistas de origen cubano más activos que operaban desde EE.UU., como Acción Cubana, Brigada 2506, Frente Liberación Cubano, Alpha 66, Abdala, Movimiento Nacionalista Cubano. Al frente de esta agrupación fue designado Orlando Bosch Ávila. Los pormenores de esta reunión en Bonao, República Dominicana, fueron conocidos en detalle por el FBI, cuyos agentes encubiertos estuvieron presentes. Aunque no existen comentarios del FBI en sus informes desclasificados, se poseen evidencias de la presencia de Luis Posada Carriles en Santo Domingo en aquellos momentos.
El CORU fascista dirigido por Orlando Bosch sería la cabeza visible. Tras bambalinas, con un efectivo poder en sus manos que le brindaba la ICICA, el hombre fuerte de la CIA, Posada Carriles, participaría más activamente en aquella conspiración internacional.
La capacidad operacional de la "agencia" de terror dirigida por Posada desde 1974 y posteriormente la efectividad terrorista del CORU, evidenció una organización nunca antes vista en agrupaciones criminales de aquella época, lo que solo era posible lograr con el apoyo directo de un servicio como la CIA.
Contradictoriamente, el triste suceso del avión de Cubana de Aviación en Barbados en octubre de 1976, pocos meses después, sacó de circulación por unos años a estos dos criminales y frustró por el momento la maniobra de la CIA, comandada por George Bush (padre).
Bajo la influencia del CORU y el decisivo apoyo operativo de Posada Carriles desde Venezuela, en muchos casos, se produjeron actos de terror en las sedes cubanas en Perú, Colombia, Guyana, Canadá y Venezuela. Un grupo dirigido directamente por Posada, junto a Orlando Bosch, y siguiendo un acuerdo previo de la reunión de constitución del CORU, planearon sabotear el vuelo 467 de Cubana de Aviación Panamá-Habana, acción que resultó infructuosa.
El 9 de julio estalló una bomba en un equipaje que era conducido a un avión cubano de pasajeros, en Kingston, Jamaica, cuya salida se había visto retrasada 40 minutos por causas operacionales. Gracias a esto se conjuró una catástrofe terrible.
El 10 de julio detonó otro artefacto en las oficinas de British West Indian Airline, en Barbados, colocado presumiblemente por Hernán Ricardo y Freddy Lugo, sicarios al servicio de la "agencia" de Posada, y más tarde autores directos de la voladura del avión cubano en ese mismo lugar.
El 11 de julio detonó otra bomba en las oficinas de la Línea Aérea Air Panamá en Colombia y días más tarde se realizaron disparos contra la embajada cubana en ese país. Se presume que un comando terrorista al mando de Posada Carriles, entre los que se encontraba Hernán Ricardo, viajó a este país en estos días con el propósito de provocar un hecho terrorista de gran trascendencia publicitaria.
Días después, el 23 de julio, fue asesinado el técnico cubano de la Flota Camaronera del Caribe Artaignan Díaz Díaz, en Mérida, Yucatán, durante un intento de secuestro de un funcionario consular cubano. En este hecho participó un viejo compinche de Posada, el criminal Gaspar Jiménez Escobedo, quien lo secundaría años después en el intento de asesinato del Presidente Fidel Castro Ruz en la X Cumbre Iberoamericana de Panamá en el año 2000.
El 9 de agosto fueron secuestrados, torturados y asesinados Crescencio Galañena Hernández y Jesús Cejas Arias, funcionarios de la embajada cubana en Argentina, por grupos paramilitares de la junta militar argentina. Se poseen informaciones que vinculan a los asesinos Orlando Bosch, Luis Posada Carriles y Guillermo Novo Sampol a este crimen. Poco después, el 21 de septiembre, en la ciudad de Washington, son asesinados el ex ministro de Relaciones Exteriores del gobierno de la Unidad Popular de Salvador Allende, Orlando Letelier y su asistente Ronni Karpen Mofitt, por sicarios del CORU al servicio de Augusto Pinochet, entre ellos los terroristas de origen cubano Guillermo e Ignacio Novo Sampol, Dionisio Suárez Esquivel y Virgilio Paz Romero.
El 6 de octubre de 1976, explotaba en pleno vuelo el avión cubano en Barbados, con 73 pasajeros a bordo. Fue el crimen más horrendo de todos, que aun después de 30 años, llena de indignación y tristeza a todo nuestro pueblo.
Días antes del atroz suceso, la embajada de EE.UU. en Caracas negó la visa de entrada a Puerto Rico a Hernán Ricardo Lozano, uno de los autores materiales del crimen. Se conoce por fuentes históricas, que la embajada norteamericana en Puerto España, Trinidad Tobago, conoció que Ricardo se encontraba en dicho país en momentos en que el CORU se adjudicaba una bomba en el consulado de Guyana, el 1º de septiembre de 1976. La CIA pudo temer entonces que su relación de larga data con Hernán Ricardo podía acarrearles problemas.
Después de su detención por las autoridades venezolanas, que los acusó por su responsabilidad en el sabotaje al avión cubano, el gobierno de los Estados Unidos maniobró para que no fueran juzgados y propuso que Posada fuera liberado y Bosch entregado a sus autoridades.
El gobierno de los Estados Unidos fue autor intelectual de aquel horrendo suceso. No se trataba de un hecho aislado. Los documentos desclasificados demuestran que sus servicios de inteligencia no eran ajenos a los intentos del CORU de hacer explotar un avión en el aire. No eran ajenos tampoco a la labor subversiva de la ICICA en la región, de donde partieron los autores materiales del hecho y los explosivos utilizados. Esto podría explicar, entre otras razones, su negativa a extraditar a Posada Carriles a Venezuela.
La CIA y su gobierno facilitaron posteriormente la fuga de Posada de su prisión en Venezuela, ofreciéndole posteriormente una importante misión en la guerra sucia en Centroamérica. Años después concedieron el asilo definitivo de Bosch en territorio norteamericano, como próximamente lo harán con Luis Posada Carriles, por sus amplios servicios a la causa del terrorismo.
La humanidad les exigirá cuentas algún día.
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"Vamos a golpear a un avión cubano..."
DEISY FRANCIS MEXIDOR
Francis_mexidor [at] granma.cip.cu
El 10 de mayo del 2005 fueron desclasificados por los Archivos de Seguridad de la Universidad George Washington, en Washington D.C, importantes documentos referidos, entre otros temas, a la carrera de Luis Posada Carriles en la CIA desde los años sesenta del pasado siglo y a la voladura de un avión civil cubano en Barbados, con 73 personas a bordo, el 6 de octubre de 1976.
Tal legajo sacó a la luz pública la evidencia irrefutable de la participación directa de Posada Carriles y de Orlando Bosch en el horrendo crimen que costó la vida a todos los pasajeros y la tripulación de la aeronave, y además, demostró que el gobierno de Estados Unidos sabía con antelación, mediante sus servicios especiales, lo que se estaba fraguando en aquel entonces.
En uno de los textos, dirigido al Secretario de Estado norteamericano de la época, Henry Kissinger, se incluía un comprometedor comentario de Bosch durante una cena de recaudación, a su llegada a Caracas, Venezuela, en septiembre de 1976, en el que aseguraba: "Ahora que nuestra organización ha salido bien parada del trabajo (asesinato) de Letelier, vamos a tratar de hacer algunas otras cosas".
¿A qué "otras cosas" hacía alusión Bosch? Las dudas se disiparon enseguida. Días antes del sabotaje, un informante de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) escuchó casualmente cuando Posada Carriles se ufanaba de que "vamos a golpear a un avión cubano y Orlando (Bosch) tiene los detalles".
A menos de cuatro meses del sabotaje, fue muy sintomática una reunión celebrada en Bonao, República Dominicana, el 11 de junio de 1976, donde participó el entonces subdirector de la CIA, Vernon Walters, en la que se decidió la formación de la Coordinación de Organizaciones Revolucionarias Unidas (CORU), "una organización de pantalla terrorista antiCastro integrada por cinco grupos anticastristas", según reveló años más tarde un documento secreto desclasificado.
El CORU, una diabólica criatura de muerte, fue dirigida desde sus inicios por Orlando Bosch y resultó de la fusión de los grupos terroristas Acción Cubana, el Movimiento Nacionalista Cubano, el Frente Nacional de Liberación Cubano, la Asociación de Veteranos de la Brigada 2506 de Bahía de Cochinos y el Movimiento 17 de Abril.
No tardó para entrar en acción. Hacia finales del propio mes de junio del 76, la CIA comenzó a reportar que "un grupo del exilio, encabezado por Bosch, planificaba poner una bomba en un vuelo de Cubana de Aviación entre Panamá y La Habana". Sabían, igualmente, por mediación de una fuente del FBI, que con anterioridad se había tratado de volar otra aeronave, pero que la bomba no explotó.
Sin embargo, en una segunda intentona, en Jamaica, lograron colocar los explosivos en una de las maletas, que estalló antes de que fuese puesta dentro del aparato.
Para no pocos entendidos, lo de Barbados fue el resultado de un crimen ensayado. Al consumarse los hechos, no es de extrañar que el CORU se adjudicara la autoría de lo ocurrido, como parte de esas "algunas otras cosas" que hicieron después del asesinato de Letelier y que fueron anunciadas con antelación por Bosch en la cena de Venezuela.
No obstante, despachos de prensa de la desaparecida agencia UPI reseñaron inicialmente que fue una autodenominada organización Cóndor la que planificó y ejecutó el sabotaje. El CORU, en 1976, formaba parte de la estrategia del Operativo Cóndor que estaba en su apogeo en América Latina. Orlando Bosch siempre mantuvo conexiones con la DINA chilena y con todas las dictaduras y gobiernos de la región. Lo del avión de Cubana indudablemente fue parte también de ese gran Cóndor.
En los documentos desclasificados fueron develados parte de esos vínculos. En uno del FBI se confirmaba el pacto entre el ex presidente venezolano Carlos Andrés Pérez y el mencionado criminal.
"De acuerdo con (tachado) —señalaba el texto— el presidente venezolano Carlos Andrés Pérez se dice que tiene simpatía por Bosch y le ha permitido viajar libremente y solicitar fondos por todo el país con el entendimiento de que Venezuela no fuese utilizada como una base de operaciones o un lugar de refugio. Se reporta que Bosch prometió no involucrarse en actividades terroristas mientras estuviese en Venezuela y recibió un regalo de contribución de 500 dólares por parte de Pérez."
En consecuencia, los sicarios Freddy Lugo y Hernán Ricardo, vinculados a un negocio de seguridad que Posada Carriles había instalado en aquella nación, cometieron el crimen en Barbados.
DEISY FRANCIS MEXIDOR
Francis_mexidor [at] granma.cip.cu
El 10 de mayo del 2005 fueron desclasificados por los Archivos de Seguridad de la Universidad George Washington, en Washington D.C, importantes documentos referidos, entre otros temas, a la carrera de Luis Posada Carriles en la CIA desde los años sesenta del pasado siglo y a la voladura de un avión civil cubano en Barbados, con 73 personas a bordo, el 6 de octubre de 1976.
Tal legajo sacó a la luz pública la evidencia irrefutable de la participación directa de Posada Carriles y de Orlando Bosch en el horrendo crimen que costó la vida a todos los pasajeros y la tripulación de la aeronave, y además, demostró que el gobierno de Estados Unidos sabía con antelación, mediante sus servicios especiales, lo que se estaba fraguando en aquel entonces.
En uno de los textos, dirigido al Secretario de Estado norteamericano de la época, Henry Kissinger, se incluía un comprometedor comentario de Bosch durante una cena de recaudación, a su llegada a Caracas, Venezuela, en septiembre de 1976, en el que aseguraba: "Ahora que nuestra organización ha salido bien parada del trabajo (asesinato) de Letelier, vamos a tratar de hacer algunas otras cosas".
¿A qué "otras cosas" hacía alusión Bosch? Las dudas se disiparon enseguida. Días antes del sabotaje, un informante de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) escuchó casualmente cuando Posada Carriles se ufanaba de que "vamos a golpear a un avión cubano y Orlando (Bosch) tiene los detalles".
A menos de cuatro meses del sabotaje, fue muy sintomática una reunión celebrada en Bonao, República Dominicana, el 11 de junio de 1976, donde participó el entonces subdirector de la CIA, Vernon Walters, en la que se decidió la formación de la Coordinación de Organizaciones Revolucionarias Unidas (CORU), "una organización de pantalla terrorista antiCastro integrada por cinco grupos anticastristas", según reveló años más tarde un documento secreto desclasificado.
El CORU, una diabólica criatura de muerte, fue dirigida desde sus inicios por Orlando Bosch y resultó de la fusión de los grupos terroristas Acción Cubana, el Movimiento Nacionalista Cubano, el Frente Nacional de Liberación Cubano, la Asociación de Veteranos de la Brigada 2506 de Bahía de Cochinos y el Movimiento 17 de Abril.
No tardó para entrar en acción. Hacia finales del propio mes de junio del 76, la CIA comenzó a reportar que "un grupo del exilio, encabezado por Bosch, planificaba poner una bomba en un vuelo de Cubana de Aviación entre Panamá y La Habana". Sabían, igualmente, por mediación de una fuente del FBI, que con anterioridad se había tratado de volar otra aeronave, pero que la bomba no explotó.
Sin embargo, en una segunda intentona, en Jamaica, lograron colocar los explosivos en una de las maletas, que estalló antes de que fuese puesta dentro del aparato.
Para no pocos entendidos, lo de Barbados fue el resultado de un crimen ensayado. Al consumarse los hechos, no es de extrañar que el CORU se adjudicara la autoría de lo ocurrido, como parte de esas "algunas otras cosas" que hicieron después del asesinato de Letelier y que fueron anunciadas con antelación por Bosch en la cena de Venezuela.
No obstante, despachos de prensa de la desaparecida agencia UPI reseñaron inicialmente que fue una autodenominada organización Cóndor la que planificó y ejecutó el sabotaje. El CORU, en 1976, formaba parte de la estrategia del Operativo Cóndor que estaba en su apogeo en América Latina. Orlando Bosch siempre mantuvo conexiones con la DINA chilena y con todas las dictaduras y gobiernos de la región. Lo del avión de Cubana indudablemente fue parte también de ese gran Cóndor.
En los documentos desclasificados fueron develados parte de esos vínculos. En uno del FBI se confirmaba el pacto entre el ex presidente venezolano Carlos Andrés Pérez y el mencionado criminal.
"De acuerdo con (tachado) —señalaba el texto— el presidente venezolano Carlos Andrés Pérez se dice que tiene simpatía por Bosch y le ha permitido viajar libremente y solicitar fondos por todo el país con el entendimiento de que Venezuela no fuese utilizada como una base de operaciones o un lugar de refugio. Se reporta que Bosch prometió no involucrarse en actividades terroristas mientras estuviese en Venezuela y recibió un regalo de contribución de 500 dólares por parte de Pérez."
En consecuencia, los sicarios Freddy Lugo y Hernán Ricardo, vinculados a un negocio de seguridad que Posada Carriles había instalado en aquella nación, cometieron el crimen en Barbados.
El sangriento crimen de Barbados no debe quedar impune
Nadine Gordimer, Salim Lamrani, Noam Chomsky, José Saramago, Rigoberta Menchú y Adolfo P. Esquivel
http://www.rebelion.org
Hace exactamente treinta años, el 6 de octubre de 1976, se perpetró un horrendo crimen contra 73 inocentes que perdieron la vida en la explosión del avión de Cubana de Aviación en Barbados.
El autor de este sangriento acto terrorista es el notorio criminal y antiguo agente de la CIA Luis Posada Carriles, responsable también de innumerables actos criminales. Él mismo confesó sus crímenes en su autobiografía "Los caminos del guerrero".
Los documentos oficiales del FBI y la CIA, desclasificados en mayo y junio de 2005, confirman la culpabilidad de Luis Posada Carriles.
Arrestado y condenado en Venezuela por este incalificable acto, Luis Posada Carriles se escapó de prisión en 1985, gracias al apoyo de la extrema derecha de origen cubano de Florida.
Actualmente, Luis Posada Carriles se encuentra en detención preventiva en Texas desde abril de 2005, por entrada ilegal en el territorio de Estados Unidos.
Venezuela exige su extradición, pero Washington se niega a proceder al traslado de Luis Posada Carriles, violando así al menos tres tratados de la lucha antiterrorista.
Nosotros, firmantes de esta declaración, exigimos del gobierno de Estados Unidos que juzgue a Luis Posada Carriles por los 73 asesinados cometidos el 6 de octubre de 1976 o que lo extradite a Venezuela. No podemos aceptar el doble rasero en la lucha contra el terrorismo. Todos los culpables deben pagar por sus crímenes y Estados Unidos tiene la oportunidad de mostrar ante los ojos del mundo que es consecuente en su lucha contra el terrorismo.
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Cuando la mano de la CIA no debe aparecer...
Jean-Guy Allard
Rebelión
Mientras cinco cubanos siguen encarcelados en EE.UU. por haber infiltrado grupos terroristas cubanoamericanos, queda oficialmente sin resolver el atentado del 29 de diciembre de 1975 en el aeropuerto La Guardia de Nueva York, que causó 11 muertos, a pesar de las circunstancias y elementos de prueba que apuntan hacia el terrorista cubano americano Orlando Otero, alias Cóndor, alias Papillón, y los pandilleros Orlando Bosch y Frank Castro.
Eran las 6:30 de la mañana ese día de fin de año y numerosas personas se alineaban frente a la puerta 22 del edificio TWA del aeropuerto neoyorquino.
La explosión destruyó enteramente el local, provocando una muerte atroz a once pasajeros y heridas a más de 75 otros, además de causar un pánico general a través de la inmensa instalación.
El atentado terrorista era el más espectacular de la década en esta ciudad, tanto por el número de víctimas que por el lugar y la fecha donde ocurrió. Sin embargo, más de treinta años después, el crimen ha sido borrado de la prensa norteamericana -normalmente tan ávida de hechos violentos- y las pocas referencias que se puede encontrar en sus archivos sobre el tema hablan de sospechosos que "incluyen a terroristas croatas o puertorriqueños", en un evidente intento, de parte de sus fuentes, de borrar pistas.
El 17 de noviembre, es decir apenas seis semanas antes, una explosión idéntica, realizada con los mismos medios y con la misma perfidia, había ocurrido en la entrada principal del Aeropuerto Internacional de la ciudad de Miami.
Los días 3 y 4 de diciembre siguiente, ocho bombas más explotaban en esta misma ciudad de la Florida, en lugares que demostraban una increíble insolencia de parte de los autores: los cuarteles generales del FBI, los del Departamento de Policía de Miami, los edificios del Correo y las oficinas de la Fiscalía federal.
Tres semanas más tarde, el FBI identificaba un sospechoso después de encontrar sus huellas dactilares sobre un comunicado reivindicando la campaña de violencia y en el propio armario de alquiler donde había sido colocada la bomba del aeropuerto de Miami.
Se trataba de un cubanoamericano de 32 años, Rolando "El Condor" Otero Hernández, perteneciendo a la organización terrorista Frente Liberación Nacional de Cuba (FLNC), encabezada por Frank Castro, que pronto se fusionara a la Coordinación de Organizaciones Revolucionarias Unidas (CORU) que crearan Orlando Bosch y Posada Carriles.
CAPTADO POR LA CIA, DESPUES DE GIRON
Hijo de una familia cubana adinerada, Otero había pertenecido a la Brigada 2506, aplastada en Playa Girón, y se decía que era, con 18 años, el más joven de los mercenarios de la fracasada operación.
Fue luego uno de estos cubanos seleccionados por la estación CIA de Miami, conocida como JM/WAVE, entrenados en varias instalaciones militares, entre los cuales Fort Benning, en técnicas de terrorismo.
Documentos desclasificados confirman que a partir de este periodo, Otero fue durante varios años un operativo contratado por la CIA para diversas acciones encubiertas.
Participará en atentados contra misiones diplomáticas de Cuba y contra entidades privadas en Miami.
Será luego "liberado" para reaparecer, de varios lados, en el amplio plan de acciones llamadas "autónomas" que permitirán a la agencia organizar acciones criminales contra Cuba y varios otros países de América Latina, siempre tratando de que nunca aparezca su mano.
Así fue como el 4 de enero de 1976, informado de que el FBI lo buscaba, el terrorista huyó a Republica Dominicana donde se encontraba Frank Castro. Los investigadores federales pronto lo ubicaron ahí, obtuvieron su arresto y reclamaron su extradición.
Pero Frank Castro, usando su influencia con un alto oficial dominicano, logro obtener la complacencia del Presidente Joaquin Balaguer que lo dejara salir del país.
El 23 de enero, Otero abandonó Santo Domingo y emprende un recorrido donde se evidencian más que nunca el apoyo, el financiamiento y las orientaciones de Bosch y Posada.
En menos de seis meses, Otero participó sucesivamente en los planes de atentados montados por Bosch contra Andrés Pascal Allende y su esposa y luego contra Henry Kissinger, en San José, Costa Rica. Paso después a Venezuela donde aparece de torturador y represor en la DISIP al lado de Posada, quien lo envía luego a Chile para tratar de conocer, por su cuenta, los planes de los militares chilenos, en plena Operación Cóndor.
CAMBIO DE SEDE: ¡TEMIA A LOS DEMAS TERRORISTAS!
Frente a las intervenciones del FBI y del Fiscal federal Robert Rust que lo habían de nuevo encontrado, tal vez por una indicación traicionera de Posada a los "federales" norteamericanos con quién mantenía lazos, los chilenos lo mandaron repentinamente de regreso a Miami, esposado de las manos y de los tobillos, en un vuelo comercial. No se puede excluir que la decisión fue quizás provocada por la propia CIA, para salvarlo de los chilenos que iban sospechando el juego de Posada.
Al día siguiente de su regreso a EE.UU. el terrorista -que ahora usaba un "chivito"-, era acusado de 17 cargos vinculados a nueve atentados o intentos de atentados ocurridos en Miami.
Extrañadamente, el crimen de Nueva York, el más grave de todos, se quedaba fuera del paquete.
Preocupado por el ambiente de Miami en proa a guerras de clanes mafiosos, Otero obtiene entonces, sin dificultad ninguna, un cambio de sede hacia el condado de Okaloosa - ¡en la frontera norte del Estado! Ahí, "milagrosamente", el 25 de agosto de 1976, es ABSUELTO de todos los cargos por un jurado, ante el juez Clyde C. Wells de la corte federal de distrito.
Sin embargo, quedó mantenido en detención a solicitud de la Fiscalía estatal de la Florida que no llegaba a digerir la inexplicable decisión.
Un nuevo juicio le valdrá, en Miami, el 17 de marzo de 1977, una condena a treinta años de cárcel con 10 años de período probatorio.
Sin embargo -¡otro milagro! - Otero estará de nuevo en la calle a partir del 1 de septiembre de 1989. Tremenda rebaja para alguien que se ofrecía el lujo de plantar bombas en aeropuertos y oficinas de la policía y de la fiscalía.
El 30 de este mismo mes de su liberación, en el condado de Broward, amenaza con matar a sus abogados a quien reclama dinero con una bomba. y desaparece luego hasta el 11 de diciembre de 1998, casi diez años después, cuando es arrestado e inculpado. Lo que hizo durante este periodo queda aun por descubrir.
En esta fecha, está acusado de agresión armada y extorsión. El juicio será expedito: el 18 de diciembre de 1997, el asalto de 1989 - y no los actos de terrorismo anteriores - le valdrá una condena a sentencia perpetua.
Orlando Otero está actualmente detenido en el penal de Union, en la Florida.
¿QUIÉN TENÍA LOS MEDIOS Y LOS MOTIVOS?
¿Quién tenía en diciembre 1975 los medios y los motivos para realizar el sangriento atentado del Aeropuerto de La Guardia, en Nueva York? ¿Por qué razón el FBI nunca llegó a resolver tan horrible crimen en 30 años?
El especialista cubano José Luis Méndez propone una explicación bien relevante: "Allí mismo, en los bajos de ese lugar donde ocurre la explosión, se efectuaron entonces conversaciones secretas entre enviados del entonces Secretario de Estado Henry Kissinger y funcionarios cubanos ante la ONU, para iniciar un proceso de distensión que no continuó".
"Los terroristas consideraban este hecho como una traición hacia su causa", añade el experto.
Los grupos terroristas de Miami, bien implantados en New Jersey, a minutos de la misma zona aeroportuaria, disponían de un individuo tal cómo Otero, con experiencia de este tipo de acción.
Más aún, el propio FLNC de Frank Castro manifestaba en estos mismos días su furia por el arresto de uno de sus matones, Humberto López Nuñez, a su llegada de República Dominicana, el anterior 5 de octubre.
Y la propia trayectoria judicial de Rolando "El Cóndor" Otero, llena de ambigüedades y de irregularidades, apunta hacia la CIA y sus intereses tan a menudo equívocos, en este crimen terrorista de extraordinaria proporción por su ubicación del cual se olvida, milagrosamente, la prensa norteamericana. Son muchos los milagros.
Con "Condor" Otero, una vez más, se demostró como el terrorismo anticubano ha sido, es y será una amenaza para la seguridad nacional de los Estados Unidos, de Cuba y de muchos países: si realmente la administración Bush quiere combatir al terrorismo como lo proclama, al Sur de la Florida tiene un escenario idóneo.
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Nadine Gordimer, Salim Lamrani, Noam Chomsky, José Saramago, Rigoberta Menchú y Adolfo P. Esquivel
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Hace exactamente treinta años, el 6 de octubre de 1976, se perpetró un horrendo crimen contra 73 inocentes que perdieron la vida en la explosión del avión de Cubana de Aviación en Barbados.
El autor de este sangriento acto terrorista es el notorio criminal y antiguo agente de la CIA Luis Posada Carriles, responsable también de innumerables actos criminales. Él mismo confesó sus crímenes en su autobiografía "Los caminos del guerrero".
Los documentos oficiales del FBI y la CIA, desclasificados en mayo y junio de 2005, confirman la culpabilidad de Luis Posada Carriles.
Arrestado y condenado en Venezuela por este incalificable acto, Luis Posada Carriles se escapó de prisión en 1985, gracias al apoyo de la extrema derecha de origen cubano de Florida.
Actualmente, Luis Posada Carriles se encuentra en detención preventiva en Texas desde abril de 2005, por entrada ilegal en el territorio de Estados Unidos.
Venezuela exige su extradición, pero Washington se niega a proceder al traslado de Luis Posada Carriles, violando así al menos tres tratados de la lucha antiterrorista.
Nosotros, firmantes de esta declaración, exigimos del gobierno de Estados Unidos que juzgue a Luis Posada Carriles por los 73 asesinados cometidos el 6 de octubre de 1976 o que lo extradite a Venezuela. No podemos aceptar el doble rasero en la lucha contra el terrorismo. Todos los culpables deben pagar por sus crímenes y Estados Unidos tiene la oportunidad de mostrar ante los ojos del mundo que es consecuente en su lucha contra el terrorismo.
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Cuando la mano de la CIA no debe aparecer...
Jean-Guy Allard
Rebelión
Mientras cinco cubanos siguen encarcelados en EE.UU. por haber infiltrado grupos terroristas cubanoamericanos, queda oficialmente sin resolver el atentado del 29 de diciembre de 1975 en el aeropuerto La Guardia de Nueva York, que causó 11 muertos, a pesar de las circunstancias y elementos de prueba que apuntan hacia el terrorista cubano americano Orlando Otero, alias Cóndor, alias Papillón, y los pandilleros Orlando Bosch y Frank Castro.
Eran las 6:30 de la mañana ese día de fin de año y numerosas personas se alineaban frente a la puerta 22 del edificio TWA del aeropuerto neoyorquino.
La explosión destruyó enteramente el local, provocando una muerte atroz a once pasajeros y heridas a más de 75 otros, además de causar un pánico general a través de la inmensa instalación.
El atentado terrorista era el más espectacular de la década en esta ciudad, tanto por el número de víctimas que por el lugar y la fecha donde ocurrió. Sin embargo, más de treinta años después, el crimen ha sido borrado de la prensa norteamericana -normalmente tan ávida de hechos violentos- y las pocas referencias que se puede encontrar en sus archivos sobre el tema hablan de sospechosos que "incluyen a terroristas croatas o puertorriqueños", en un evidente intento, de parte de sus fuentes, de borrar pistas.
El 17 de noviembre, es decir apenas seis semanas antes, una explosión idéntica, realizada con los mismos medios y con la misma perfidia, había ocurrido en la entrada principal del Aeropuerto Internacional de la ciudad de Miami.
Los días 3 y 4 de diciembre siguiente, ocho bombas más explotaban en esta misma ciudad de la Florida, en lugares que demostraban una increíble insolencia de parte de los autores: los cuarteles generales del FBI, los del Departamento de Policía de Miami, los edificios del Correo y las oficinas de la Fiscalía federal.
Tres semanas más tarde, el FBI identificaba un sospechoso después de encontrar sus huellas dactilares sobre un comunicado reivindicando la campaña de violencia y en el propio armario de alquiler donde había sido colocada la bomba del aeropuerto de Miami.
Se trataba de un cubanoamericano de 32 años, Rolando "El Condor" Otero Hernández, perteneciendo a la organización terrorista Frente Liberación Nacional de Cuba (FLNC), encabezada por Frank Castro, que pronto se fusionara a la Coordinación de Organizaciones Revolucionarias Unidas (CORU) que crearan Orlando Bosch y Posada Carriles.
CAPTADO POR LA CIA, DESPUES DE GIRON
Hijo de una familia cubana adinerada, Otero había pertenecido a la Brigada 2506, aplastada en Playa Girón, y se decía que era, con 18 años, el más joven de los mercenarios de la fracasada operación.
Fue luego uno de estos cubanos seleccionados por la estación CIA de Miami, conocida como JM/WAVE, entrenados en varias instalaciones militares, entre los cuales Fort Benning, en técnicas de terrorismo.
Documentos desclasificados confirman que a partir de este periodo, Otero fue durante varios años un operativo contratado por la CIA para diversas acciones encubiertas.
Participará en atentados contra misiones diplomáticas de Cuba y contra entidades privadas en Miami.
Será luego "liberado" para reaparecer, de varios lados, en el amplio plan de acciones llamadas "autónomas" que permitirán a la agencia organizar acciones criminales contra Cuba y varios otros países de América Latina, siempre tratando de que nunca aparezca su mano.
Así fue como el 4 de enero de 1976, informado de que el FBI lo buscaba, el terrorista huyó a Republica Dominicana donde se encontraba Frank Castro. Los investigadores federales pronto lo ubicaron ahí, obtuvieron su arresto y reclamaron su extradición.
Pero Frank Castro, usando su influencia con un alto oficial dominicano, logro obtener la complacencia del Presidente Joaquin Balaguer que lo dejara salir del país.
El 23 de enero, Otero abandonó Santo Domingo y emprende un recorrido donde se evidencian más que nunca el apoyo, el financiamiento y las orientaciones de Bosch y Posada.
En menos de seis meses, Otero participó sucesivamente en los planes de atentados montados por Bosch contra Andrés Pascal Allende y su esposa y luego contra Henry Kissinger, en San José, Costa Rica. Paso después a Venezuela donde aparece de torturador y represor en la DISIP al lado de Posada, quien lo envía luego a Chile para tratar de conocer, por su cuenta, los planes de los militares chilenos, en plena Operación Cóndor.
CAMBIO DE SEDE: ¡TEMIA A LOS DEMAS TERRORISTAS!
Frente a las intervenciones del FBI y del Fiscal federal Robert Rust que lo habían de nuevo encontrado, tal vez por una indicación traicionera de Posada a los "federales" norteamericanos con quién mantenía lazos, los chilenos lo mandaron repentinamente de regreso a Miami, esposado de las manos y de los tobillos, en un vuelo comercial. No se puede excluir que la decisión fue quizás provocada por la propia CIA, para salvarlo de los chilenos que iban sospechando el juego de Posada.
Al día siguiente de su regreso a EE.UU. el terrorista -que ahora usaba un "chivito"-, era acusado de 17 cargos vinculados a nueve atentados o intentos de atentados ocurridos en Miami.
Extrañadamente, el crimen de Nueva York, el más grave de todos, se quedaba fuera del paquete.
Preocupado por el ambiente de Miami en proa a guerras de clanes mafiosos, Otero obtiene entonces, sin dificultad ninguna, un cambio de sede hacia el condado de Okaloosa - ¡en la frontera norte del Estado! Ahí, "milagrosamente", el 25 de agosto de 1976, es ABSUELTO de todos los cargos por un jurado, ante el juez Clyde C. Wells de la corte federal de distrito.
Sin embargo, quedó mantenido en detención a solicitud de la Fiscalía estatal de la Florida que no llegaba a digerir la inexplicable decisión.
Un nuevo juicio le valdrá, en Miami, el 17 de marzo de 1977, una condena a treinta años de cárcel con 10 años de período probatorio.
Sin embargo -¡otro milagro! - Otero estará de nuevo en la calle a partir del 1 de septiembre de 1989. Tremenda rebaja para alguien que se ofrecía el lujo de plantar bombas en aeropuertos y oficinas de la policía y de la fiscalía.
El 30 de este mismo mes de su liberación, en el condado de Broward, amenaza con matar a sus abogados a quien reclama dinero con una bomba. y desaparece luego hasta el 11 de diciembre de 1998, casi diez años después, cuando es arrestado e inculpado. Lo que hizo durante este periodo queda aun por descubrir.
En esta fecha, está acusado de agresión armada y extorsión. El juicio será expedito: el 18 de diciembre de 1997, el asalto de 1989 - y no los actos de terrorismo anteriores - le valdrá una condena a sentencia perpetua.
Orlando Otero está actualmente detenido en el penal de Union, en la Florida.
¿QUIÉN TENÍA LOS MEDIOS Y LOS MOTIVOS?
¿Quién tenía en diciembre 1975 los medios y los motivos para realizar el sangriento atentado del Aeropuerto de La Guardia, en Nueva York? ¿Por qué razón el FBI nunca llegó a resolver tan horrible crimen en 30 años?
El especialista cubano José Luis Méndez propone una explicación bien relevante: "Allí mismo, en los bajos de ese lugar donde ocurre la explosión, se efectuaron entonces conversaciones secretas entre enviados del entonces Secretario de Estado Henry Kissinger y funcionarios cubanos ante la ONU, para iniciar un proceso de distensión que no continuó".
"Los terroristas consideraban este hecho como una traición hacia su causa", añade el experto.
Los grupos terroristas de Miami, bien implantados en New Jersey, a minutos de la misma zona aeroportuaria, disponían de un individuo tal cómo Otero, con experiencia de este tipo de acción.
Más aún, el propio FLNC de Frank Castro manifestaba en estos mismos días su furia por el arresto de uno de sus matones, Humberto López Nuñez, a su llegada de República Dominicana, el anterior 5 de octubre.
Y la propia trayectoria judicial de Rolando "El Cóndor" Otero, llena de ambigüedades y de irregularidades, apunta hacia la CIA y sus intereses tan a menudo equívocos, en este crimen terrorista de extraordinaria proporción por su ubicación del cual se olvida, milagrosamente, la prensa norteamericana. Son muchos los milagros.
Con "Condor" Otero, una vez más, se demostró como el terrorismo anticubano ha sido, es y será una amenaza para la seguridad nacional de los Estados Unidos, de Cuba y de muchos países: si realmente la administración Bush quiere combatir al terrorismo como lo proclama, al Sur de la Florida tiene un escenario idóneo.
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