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Cuba y la izquierda

by Andalucía Libre (andalucialibre-alta [at] eListas.net)
Analisis de los acontecimientos en Cuba, del debate y las reacciones en la izquierda y posicionamiento
cuba_mural_2.jpg
Tomado de Boletin Andalucia Libre nº 184 - ¡Viva la Revolución Cubana!
Distribuido: domingo, 04 de mayo de 2003 16:14


Opinión
Cuba y la izquierda andaluza
Andalucía Libre*


Haciendo un esfuerzo de sistematización, podríamos decir que el debate sobre Cuba entre la izquierda andaluza a partir de los últimos acontecimientos en la Isla, ha versado formalmente sobre cuatro asuntos, a saber: 1. La Pena de Muerte. 2º. La represión sobre los gusanos internos, llamados "disidentes". 3º. La democracia en Cuba. 4º. La actuación y posicionamiento general ante Cuba.

En la practica, sin embargo, la mayoría de las posiciones criticas realmente existentes no se han atenido a esta separación, optando por pronunciamientos globales sobre Cuba y la Revolución Cubana, en los que se han mezclado estos diversos asuntos. En muchas de ellas, ha sido perceptible, además, un marcado desinterés por conocer y valorar tanto las condiciones concretas de los casos -concluidos sea en ejecuciones o en condenas- como su tratamiento legal en Cuba y su contexto político y social. También ha predominado un tratamiento de los hechos criticados o condenados en bloque, analítica y políticamente desvinculados en relación a la presión imperialista, aún en los casos en los que a los desmarques frente al Régimen cubano se le han yuxtapuesto rutinariamente al lado referencias de rechazo al bloqueo o a alguna de las agresiones imperialistas.

Siendo una discusión pública motivada en principio en origen por la situación cubana, se ha enfocado y desarrollado, de hecho, como un debate en el que revalidar principios y posiciones genéricas, atemporales o principistas (si o no a la pena de muerte; si o no a la democracia, etc) tomando como excusa o asidero a Cuba, predominando además, en muchos casos, enfoques pretendidamente éticos sobre los políticos.

No puede desconocerse tampoco que el debate se ha producido bajo la presión de una potente campaña política y mediática auspiciada desde Washington -emprendida a los pocos días de la toma de Bagdad- que en el Estado español ha sido ampliamente amparada desde el Gobierno del PP y que ha tenido amplia cobertura en prensa y televisión, llegando a ejercerse en los telediarios de convocante de la concentración organizada por la gusanera en Madrid. En esa concentración -que no llegó a 500 personas en una ciudad de varios millones-tendrían amplio protagonismo señaladas personalidades del españolismo-antiterrorista como Savater, en una obvia y descarada búsqueda de definición asimilada de afines y adversos. A ese acto, junto a una nutrida representación del PP, asistieron destacados dirigentes del PSOE (entre ellos su numero 2, Caldera), que aún así, fueron insultados por los ultras y gusanos presentes, seguramente por ser considerados demasiado izquierdistas (sic); hasta el punto de requerir escolta policial para preservar su integridad física. Con anterioridad, conocidos artistas e intelectuales -algunos de ellos con viejos lazos con Cuba- ahora del área de influencia del PSOE y también del PCE-IU (García Montero) no tuvieron empacho en alinear sus firmas con las de sujetos como Vargas Llosa o Bonino en un Manifiesto contra la Revolución Cubana, organizado por la gusanera (FNCA, Encuentro, FHC). El Parlamento español en sus dos cámaras, por su parte, ha aprobado sendas mociones intervencionistas en las que, aparte de criticar las actuaciones de Cuba, se insta al Gobierno español a que realice cuanto este en su mano "para asimilar a Cuba a los regímenes de la Unión Europea y la Comunidad Iberoamericana", es decir a contribuir a derrocar a la Revolución Cubana. La moción consensuada por la oposición (también el PCE-IU) que no fue aprobada, reproduciendo las condenas de la propuesta por el PP, incluía el rechazo del bloqueo yanqui y reclamaba para la transición en Cuba un mayor protagonismo por parte de la Unión Europea.

En resumen, Comisiones Obreras (a través de su secretario general Fidalgo), Los Verdes y el PSOE han hecho frente único con la gusanera contra la Revolución Cubana. El PCE-IU, aún sumando la denuncia del bloqueo y otros complementos retóricos comparativos, ha unido como si de un sólo tema fueran, las tres penas de muerte y las condenas a los gusanos, colocándose al respaldo del PSOE y del partido de Pujol, conviniendo en afirmar el carácter modélico de la democracia española frente a Cuba y negándole a la Revolución Cubana de forma indiscriminada y general su derecho de autodefensa. Espacio Alternativo (que forma parte de IU y cuyo componente fundamental es miembro de la IV Internacional) ha mantenido una posición similar a la del PCE-IU, haciendo hincapié en los efectos negativos de las actuaciones recientes para la solidaridad internacional con Cuba (coincidiendo así con una declaración parecida, aunque algo más matizada, realizada por la LCR francesa), valorando la condena a los gusanos como hecha "por lo que es fundamentalmente un delito de opinión y asociación" y manifestando "su solidaridad con aquellas gentes que dentro de Cuba siguen luchando por una sociedad socialista basada en la profundización de las libertades y de la democracia y, por tanto, en la abolición de la pena capital", lo que dicho sólo así deja abierto en la coyuntura cubana múltiples interpretaciones. Además de lo citado, la discusión ha tomado cuerpo también en algunos foros sociales; incluso con algunas propuestas de que estos se sumaran a las condenas y protestas contra la Revolución Cubana.

Pena de muerte y violencia

En su momento ya planteamos aquí (ver Seguimos con Cuba, Andalucía Libre nº 182) nuestro desacuerdo con la decisión adoptada en Cuba de ejecutar a los tres secuestradores. Aún ahora, con todos los nuevos datos aportados que remarcan con nitidez la entidad y consecuencias objetivas de este delito en Cuba -plenamente conocidas además por los delincuentes- seguimos pensando que en el balance entre el debe y el haber a cuenta de esta acción, siguen predominando sus efectos negativos y que el ajusticiamiento de estos individuos ha sido un error. La eficacia revolucionaria a largo plazo aconsejaba que, sabiendo de la utilización que de este hecho se iba a hacer, se les conmutara la pena o al menos se suspendiera, lo que no hubiera afectado su efecto disuasorio. Al hilo de la cuestión, también nos parece oportuno rubricar que, en general, la pena de muerte no es una medida admisible para los cargos criminales habituales, por razones y argumentos bien conocidos en criminología y sociologia. Pero la polémica tocante a Cuba no se ha presentado restringida a este caso, en absoluto, sino que ha sido justificada, casi por todos sus animadores, como un pronunciamiento general, valido para todo tiempo y circunstancia y relacionado con la naturaleza política de la Revolución Cubana. Y ahí no estamos de acuerdo. En lo concreto, reafirmamos que "incluso tres muertes no pueden sobreponerse como elemento de juicio terminal a las millones de vidas en dignidad que protege aún la Revolución cubana." En lo general, creemos necesario también romper con pretendidos consensos.

La pena de muerte es un acto de violencia desde el Estado que pretende castigar delitos graves y preservar por la vía de la disuasión, el orden político y social vigente. Si bien no estamos de acuerdo en su utilización para los delitos comunes o en tiempo de paz, sí pensamos que para un Régimen revolucionario, con las debidas garantías, es un recurso legitimo para castigar actos violentos en momentos de guerra o guerra civil, como, por ejemplo, la IV Internacional afirmaba en 1979(1). Ello no afecta en absoluto nuestra oposición a su reconocimiento y aún más su uso por parte, por ejemplo, del Estado español. Esta aparente contradicción sólo es tal si se toma la violencia en tanto fenómeno abstracto, desconectado de sus raíces, motivaciones y objetivos. Si se asume, primero, que ningún orden político y social puede derribarse sin el ejercicio de alguna forma y proporción de violencia porque con violencia será defendido por sus beneficiarios de darse el caso y segundo, que la violencia de los oprimidos es una respuesta legitima frente a la de los opresores -siempre que sea discriminada, proporcionada y eficaz- y por tanto cualitativamente diferente, la pretendida contradicción se desvanece (aunque ello no evite que nuestra posición nos sitúe flagrantemente entre lo políticamente incorrecto).

Las ideas que encierran tópicos tan conocidos como "hay que estar contra la violencia, venga de donde venga" o "ninguna causa, por justa que sea, justifica una sola gota de sangre" sólo conducen a la pasividad o al matadero, como toda la experiencia histórica enseña, incluida la de nuestra Nación. En otras palabras, si no creemos que España reconozca algún día la independencia nacional de Andalucía -por muchas mayorías democráticas que avalaran este objetivo- sin pretender ejercer alguna violencia sobre nuestro país; si no pensamos que los privilegiados admitan perder sus privilegios frente a los humildes sin recurrir a todos los medios a su alcance, asumir estas ideas significaría políticamente renunciar de antemano a obtener algún día nuestras metas independentistas y socialistas y éticamente arrostrar la responsabilidad de ser cómplices de mayores penas y atrocidades para las mayorías. Que el recurso a la violencia no forme parte de nuestra actualidad política y siempre sea extremadamente complejo de administrar, no significa que hayamos de asumir las hipócritas argumentaciones de nuestro enemigo y entontecernos al respecto. Mirando hacia atrás, no pensamos que el Che, Lenin, Trotsky, Durruti, Bolivar, el FLN argelino o Robespierre fueran y representaran lo mismo que Batista, el Zar, Queipo de Llano, los españoles, el colonialismo francés o los Borbones, por mucho que unos y otros recurrieran a la violencia antes o después de la toma del poder. Mirando hacia Cuba en las condiciones cubanas, negarle a la Revolución su derecho de autodefensa (2) -incluido el recurso a la pena de muerte en condiciones de excepción- con el imperialismo yanqui empeñado desde hace más de cuarenta años en reocupar la isla y anexar la Nación, es tan frívolo como criminal e intentar introducir de soslayo o con calzador en esta cuestión a Stalin, Pol Pot o Mao, asimilándolos de alguna manera a la Revolución cubana, empíricamente falso, políticamente desorientador, históricamente absurdo y conceptualmente deshonesto.

¿Disidentes o Gusanos?

Los datos suministrados por la Revolución cubana sobre la intima relación y vinculación entre los disidentes detenidos y condenados y el imperialismo yanqui son abrumadores. Se ha demostrado sobradamente que son sujetos que trabajan a las ordenes y a sueldo del imperialismo, es decir, gusanos. El Régimen cubano ha levantado para ello, al objeto de que no quedara ninguna duda, incluso a varios agentes que tenía trabajando dentro de los grupos subvencionados por Washington, aportando pruebas documentales irrefutables.

No se está pues ante personas detenidas por "delitos de opinión o asociación" sino ante traidores que colaboran activa y conscientemente con una potencia imperialista extranjera, cuya represión por sus actos es absolutamente legitima. Solidarizarse con ellos no es defender "la libertad para el que piensa diferente", como afirmaba con la mejor intención Galeano citando a Rosa Luxemburg, sino apoyar simples instrumentos en manos del imperialismo.

No podemos entrar a valorar las razones generales políticas, de inteligencia o seguridad que, a partir del análisis que hace el Gobierno cubano del momento presente de las perspectivas del imperialismo yanqui hacia Cuba, han motivado la iniciativa de hacerles salir precisamente ahora a la luz pública frente a la opción de seguir dándoles cuerda para seguir acumulando materiales sobre su actuación, cara al futuro. No disponemos de datos para ello. Pero sí podemos afirmar que discutir el derecho de Cuba a aplicar su legislación sobre unos individuos a los que en una circunstancia paralela que los tuviera como sujetos pacientes, los mismos EEUU detendrían y condenarían, es, como mínimo, un ejercicio de irresponsabilidad.

No tiene sentido lamentarse, como parece que hacen algunos hasta el punto de forzar la misma realidad, de que la gusanera cubana realmente existente no se rija por criterios abstractos o doctrinales ajenos, autorrestringiendose a actuar por sus propias fuerzas, con sus propios recursos y sin relación con el imperialismo como una oposición procapitalista interna independiente. Los gusanos reales, quieren vivir y quieren ganar y si eso les implica entrar en tratos y trabajar bajo la protección del imperialismo, lo hacen y lo haran. Ante esa realidad (que en Cuba se concreta en todo lo que rodea a la Ley Helms-Burton) la Revolución cubana tiene absoluto derecho a defenderse. Es cierto que una Revolución sana no tiene que temer que en su seno algunos quieran volver al pasado (sea social o estatal) y que frente a las opiniones la mejor defensa radica en otras opiniones contrapuestas debidamente difundidas, pero para que ello sea así han de asegurarse unas reglas de equidad, que implican asumir que en esa disputa no se admita que una parte ponga de su lado el inmenso respaldo de los medios económicos y amenazas militares del exterior (como bien mostró en negativo Nicaragua).

La democracia en Cuba

Al convertir a los gusanos internos en presunta prueba democrática y ligar su caso al de los tres ejecutados, un sector de la izquierda andaluza ha cometido un doble error. Primero, por asimilación negativa al erigir en norma democrática universal la española u occidental, desde la que critican a Cuba. Segundo, al eludir así por incomodidad política el camino real para plantear las necesidades de democracia socialista en Cuba en particular y por extensión, reflexionar sobre el modelo de democracia republicana socialista en Andalucía y en general. Dejemos aparte la espinosa cuestión de la toma en consideración y consecuente valoración de su atribuida coherencia democrática, que podría fácilmente cuestionarse a partir de un atento examen de su trayectoria histórica interna o de su comportamiento en organizaciones más amplias.

Cuando fuerzas institucionales, leales al Estado español, pontifican sobre democracia apetece echarse a reír o a llorar; cuando fuerzas -aunque sean españolas- autocalificadas de alternativas o incluso revolucionarias les siguen de hecho en ese curso, situándose en sus mismos parámetros, sólo procede lamentarse. Recordemos que el Estado español niega el derecho a la autodeterminación de las naciones que lo componen; recordemos también que hoy mismo ilegaliza organizaciones políticas, como ocurre ahora con las de la izquierda abertzale vasca, a su conveniencia. Recordemos, más aún, como la actual Constitución española fue aprobada bajo permanente amenaza de golpe militar; con unas Cortes que contaban con 40 senadores designados por el Borbón como reaseguro frente a imprevistos; en un Parlamento formado tras unas elecciones que se celebraron manteniendo ilegales a todas las fuerzas situadas a la izquierda del PCE y a todos los independentistas, bajo el control del aparato estatal franquista y en unas condiciones de desigualdad leoninas. Recordemos que el sistema electoral aún vigente aquí fue decisión del ultimo Gobierno franquista, diseñado con todo cuidado para preservar al Régimen que se transmutaba. Recordemos, a modo de ejemplos, como la V República francesa es fruto de un golpe militar reconvertido o como el mismo Presidente Bush está en el cargo con un mínimo de votos, tras un fraude electoral demostrado que bien puede calificarse como de golpe de estado. Y así podríamos seguir indefinidamente.

La democracia occidental es una democracia con trampa anexa. Los medios de comunicación masiva -falsimedia- siempre están de forma aplastante en manos del capital y del enemigo, manipulando y ocultando. Los sistemas electorales se establecen y modifican a conveniencia para facilitar un sistema de partidos controlable. Cuando se requiere y la represión o la infiltración son insuficientes (caso del SWP en EEUU), se ilegalizan fuerzas políticas incomodas (como le ocurrió a la LCR francesa en 1970, al KPD en la RFA...) o se prohíbe legalmente reproducir sus palabras (caso del Sinn Feinn irlandés en Gran Bretaña durante décadas) o se cierran periódicos (caso de Egin o Egunkaria)... Podemos hablar -y según hasta qué punto- mientras nos escuchen pocos y según sobre qué temas. Podemos organizarnos, pero según para qué lo hagamos. Nos pueden votar, mientras no sean muchos. Podemos hacer huelga, mientras respetemos los servicios mínimos y sean inoperantes... Podemos gobernar, si lo hacemos según sus intereses... Ahora mismo, con la utilización vigorosa y generalizada sólo de las leyes vigentes en el Estado español -incluidas las ordenanzas municipales de limpieza y ocupación de la vía publica- podría generarse una situación de restricción democrática extrema; no digamos de recurrirse a un estado de excepción. De darse la necesidad ahí están los tribunales, tanto para lo pequeño como para lo grande (como el Tribunal supremo canadiense para evitar la independencia de Québec). Se persigue al criminal pero el GAL -como antes el BVE- o la participación en las guerras de Yugoslavia o Iraq, quedan impunes. Y está el recurso a gansters y escuadrones. Y si todo esto falla, no hay que dudar que siempre les queda repetir 1936 o Chile-1973 (o amenazar con repetirlo). Y además hay que vivir y sobrevivir.

Reflexionando cara a una democracia socialista a construir, hace mucho tiempo que, a la luz de la experiencia acumulada, parece más adecuado para su desarrollo el pluripartidismo que el partido único. Por supuesto, siempre acompañada de convenientes y coherentes recursos como un Código penal que la proteja; una Constitución que la regule; una legislación electoral que la sustente; una estructura de representación y control territorial, sectorial y fabril que la articule y preserve; un Ejército, una policía y unos servicios de inteligencia que la defiendan; un sistema de prensa y televisión, que le den expresión y fomenten su pluralidad... Se trata de generar las condiciones que permitan que toda la sociedad sea realmente capaz de determinar colectivamente su destino en lo político, económico y social, atendiendo a sus prioridades y decisiones libremente expuestas. Es sabido que no hay naciones ni clases uniformes y monolíticas y que la selección de medios y objetivos y la identificación y rectificación de errores se beneficia de la contraposición de propuestas y el contraste de balances. La infalibilidad es un mito papal.

En Cuba el monopartidismo es tan consecuencia de la historia de la Revolución como el singular papel personal -en lo positivo y en lo negativo- de Fidel Castro. No hace falta remontarse a Martí para explicarlo ni mucho menos compartir esa justificación, ahora en boga en la isla, para constatar este hecho. El sistema político vigente de la Revolución Cubana es dependiente del papel histórico del Ejército Rebelde, de la influencia de los regímenes burocráticos del Este, de la presión imperialista y del marco histórico general de la evolución cubana y latinoamericana(3). No es un calco de los que existieron en la URSS -y su mantenimiento diez años después de la caída del estalinismo en el Este, en condiciones de acoso extremas, así lo demuestra- pero es igualmente claro que resulta manifiestamente mejorable para atender con más eficacia a la defensa, preservación y desarrollo de la Revolución y la independencia cubanas y que tiene evidentes carencias como para poder ser considerado una democracia socialista ejemplar.

El pluralismo y los debates son un hecho; se pueden reconocer, potenciar y clarificar o se pueden constreñir u ocultar, pero siempre están ahí; tanto en el seno del PCC, de la burocracia o del pueblo cubano. La Revolución Cubana tiene un largo historial de aciertos pero también lo tiene de errores (¿es necesario enumerarlos?), algunos muy graves. Las nuevas circunstancias mundiales y las especificas cubanas con toda su carga de peligros no permiten, incluso por meros criterios de eficacia y continuidad, la persistencia indefinida del modelo vigente de participación desvertebrada, ausencia de debate político contrapuesto y control y síntesis vertical y paternalista desde la cúspide. A modo de anécdota, es torpe y ridículo, que Granma publique la replica de H.D. Steffan sin haber hecho antes lo propio con los textos de Saramago o Galeano que pretende rebatir. Es preocupante que hasta el ultimo cuadro medio de la Revolución no disponga de datos y argumentos para responder abrumadora, adecuada y rigurosamente en debates como el habido sobre Cuba en el FSM de Sao Paulo(4). Es insuficiente y aún temerario confiar para la contención de la gusanera -en la Cuba y en el Mundo de hoy- sólo o esencialmente en la reafirmación de principios, recuerdos históricos o en la denuncia de sus vínculos con el imperialismo, sin afrontar seriamente la disección y discusión pública detallada de su programa, esclareciendo así todas sus consecuencias, contradicciones e implicaciones presentes y futuras para la población cubana. Cabe ante esta realidad optar bien por lo doctrinariamente optimo o por lo concretamente progresivo.

Siguiendo esta ultima vía, parece claro, que hay que desterrar la uniformidad discursiva de las publicaciones cubanas. No pueden ser fotocopias intercambiables. En condiciones de monopartidismo, es negativo que el PCC mantenga en sus estatutos artículos como el 8.e. que prohíbe a sus militantes la critica publica o el 18 que, con la sabida y vieja excusa de la unidad y el monolitismo, hace inviables la formación reconocida de tendencias y remite los debates reales inevitablemente a los pasillos, subterráneos o cenáculos, dejando para la organización el comentario o la ovación plebiscitaria. De igual modo resulta que estas prácticas y normas o similares se extiendan a las organizaciones sociales. La Ley electoral cubana tendría que ser profundamente modificada, permitiendo no sólo que pudieran postularse y presentarse varios candidatos por puesto de Diputado y circunscripción sino que también justificaran su presentación no sólo por su foto y biografía, sino también por sus opiniones. Eso no es partitocracia sino contraposición de propuestas y reconocimiento y representación del pluralismo revolucionario y social. Los beneficios que de todo ello pudiera extraer la gusanera (aprovechar demagógicamente una critica honesta; colar incluso algún diputado...) serían sobradamente compensados por la politización social que conllevarían estas modificaciones, sirviendo además para facilitar la detección de incompetencias, corrupciones o privilegios. Más aún, a estas alturas, mantener la estructura constitucional que concentra aún en Fidel Castro los cargos y responsabilidades esenciales, es un claro error.

Este ultimo enfoque y prioridades ha estado lamentablemente casi ausentes del debate sobre Cuba, como asimismo todo lo relativo al contexto económico y social vigente en la isla. Lo que denota hasta que punto es influyente la ideología del poder dominante y hasta donde ha llegado el reblandecimiento neuronal -y quizá hasta hormonal- en según qué sectores de nuestra izquierda.

Critica o Denuncia

Bien haría la dirección cubana en hacer alguna reflexión serena y honesta sobre las defecciones y silencios estruendosos protagonizados por algunos de sus antaño amigos privilegiados en estos días, especialmente de aquellos que provienen de diversas matrices estalinistas. Bien haría también en tomar nota de que en su trayectoria internacional, junto a ejemplos internacionalistas y aciertos inolvidables, hay también una buena ristra de actuaciones erróneas, egoístas o mezquinas (cara al Este, pero también en Latinoamérica e incluso aquí) que tampoco se han olvidado por las izquierdas directamente afectadas. Bien haría en ser coherente con su premisa fundacional que establecía la estrecha vinculación entre el futuro de la Revolución en Cuba con el devenir de las luchas sociales y el curso de la izquierda a escala continental y mundial y atendiera con mayor cuidado a las necesidades, preocupaciones y debates de esa izquierda.

La Revolución Cubana ha de entender que la solidaridad no puede ser ni muda ni castrense. Ha de asumir que la critica fraterna -y cuando es critica y solidaridad intelectualmente honestas implica que no puede ser ni cómoda ni domesticada- es un bien a preservar mil veces mejor que el desentendimiento, la retórica ritual o la frialdad diplomáticas.

La izquierda en general y la andaluza en particular tienen todo el derecho a debatir y criticar públicamente todas las actuaciones, instituciones o análisis producidos por la Revolución cubanas que estime oportunos; tiene derecho a formular propuestas y proponer balances. Es su derecho e incluso su obligación; así lo ha hecho y así lo hará.

A la vez, no se puede analizar y criticar a Cuba sin incluir con rigor en todos los aspectos de su vida y sus opciones, como un elemento estructurante la omnipresente realidad de la amenaza imperialista.

Pero -salvo que se haya degenerado hasta el nivel de desear el derrocamiento de la Revolución y la instauración de un régimen títere de Washington en la isla, despreciando sus efectos nefastos sobre el pueblo cubano y sus consecuencias desastrosas sobre la izquierda continental y mundial- la critica de izquierda, por furibunda que sea, no puede nunca llevar a asumir los presupuestos de la reacción, acogerse a sus banderas, avalar sus operaciones o coincidir en sus iniciativas. No se puede admitir la agenda imperialista y separar o asociar a su gusto e interés, hechos y circunstancias. No se puede enaltecer el modelo estatal vigente acá, usándolo además como ariete contra la Revolución. No se puede -como ha hecho el PCE/IU- refugiarse tras sectores de la derecha, priorizando eludir polémicas por evitar riesgos de presumibles costes electorales o competir en la puja de presentación de mociones al objeto de obtener reconocimientos bienpensantes instalados. No se puede ir junto al PP o al PSOE en este asunto -como en otros igualmente definitorios e importantes- ni a mear...

En conclusión, desde nuestras propias opiniones y por Cuba y por nuestra Patria, las ovejas negras de esta Nación, Seguimos con Cuba.


Notas:
(1) Ver, entre otros, el capitulo 10, La Autodefensa del Estado obrero, de la Resolución Democracia Socialista y Dictadura del Proletariado, del XI Congreso Mundial de la Cuarta Internacional, noviembre 1979 -
(2). Id.
(3). Ver, Janette Habel, Rupturas en Cuba, Universidad Veracruzana-Multimedio Edición, México, 1994
(4). Ver Enlace en Documentación - Enlaces, Apartado 5º


*(De la Presentación del Boletin 184 - ¡Viva la Revolución Cubana!: "Para situarnos -y para quienes aún no lo sepan- recordemos que quienes hacemos ANDALUCÍA LIBRE somos una 'singular especie' de nacionalistas andaluces 'trosquistas' (para entendernos); por nuestra trayectoria y ubicación, poco propensos y sospechosos de fidelidades ciegas y seguidismos inquebrantables (...) [miembros] de la IV Internacional -a la que pertenecemos aunque, por supuesto, no representamos ni pretendemos representar-"

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